Page 77 - Fantasmas
P. 77

Joe HiLL



              Sacó  una  pintura de cera  naranja y escribió:
              «Pues  por lo menos  déjame mirar.»
              Abrí la navaja y se  quedó mirándola  con  los ojos muy
        abiertos.  En realidad  todo  lo miraba  así, pues  sus  ojos eran  de
        cristal  duro  y estaban  pegados  a la superficie  de su  cara.  No
        podía pestañear  ni nada.  Pero  esta  mirada  era  distinta,  me  di
        cuenta  de que  estaba  realmente  fascinado.
              Escribió:
              «Tendré  cuidado.  Te lo prometo.  ¡Por favor!»  *
              Se la pasé y la apoyó en  el suelo para meter  la hoja y apre-
        tó el botón  para  que volviera  a salir.  Se estremeció  y se  quedó
        mirando  la navaja en  su  mano.  Y entonces,  sin previo aviso,  la
        lanzó  hacia la pared. Obviamente  no  se  clavó por la punta,  ha-
        ce  falta práctica para  eso  y él no  la tenía,  y, para  ser  sinceros,
        nunca  la tendría.  Así que la navaja rebotó  y salió  disparada  en
        su  dirección.  Art  saltó  a tal velocidad  que  fue como  ver  a un
        espíritu abandonando  un  cuerpo.  La navaja aterrizó  en  el sue-
        lo, en  el preciso  lugar donde  había  estado,  y después  rodó  de-
        bajo de mi cama.
              Bajé a Art del techo  de un  tirón y escribió:
              «Tenías  razón,  ha sido  una  estupidez.  Soy un  tonto,  un
        idiota.»
             —Desde  luego —dije yo.
              Pero  no  era  ninguna  de las dos cosas.  Mi padre sí es  un
        tonto,  y los chicos  de la escuela  unos  retrasados;  pero  Art  era
        diferente,  todo  corazón.  Lo único  que  quería era  gustar  a los
        demás.
             En honor  a la verdad, debo añadir que era  la persona  más
        inofensiva  que  he conocido.  No  sólo  no  habría  hecho  daño  a
        una  mosca,  ni aunque  hubiera  querido.  Si levantaba  la mano
        para  dar un  manotazo  a alguna,  ésta  seguía volando  tan  tran-
        quila. Era  como  una  especie  de santo  en  una  historia  bíblica,
        alguien capaz  de sanar  a la gente con  las manos.  Y ya saben có-




                                      e
   72   73   74   75   76   77   78   79   80   81   82