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El padre de Bill todavía estaba trabajando. Sharon Denbrough leía un libro
sentada en la mesa de la cocina. El olor de la cena (pescado) se filtraba hasta el
vestíbulo. Richie llamó a su casa para informar a su madre que no había muerto,
que estaba en casa de Bill.
--¿Quién anda ahí? -preguntó la señora Denbrough cuando Richie colgó. Los
chicos quedaron petrificados mirándose con aire de culpabilidad. Por fin Bill
anunció: .
--S-s-soy yo, mamá. Y Ri-ri-ri.
--Richie Tozier, señora-chilló su amigo.
--Hola, Richie -saludó la señora Denbrough, con voz ausente, casi como si no
estuviera allí-. ¿Quieres quedarte a cenar?
--Gracias, señora, pero mi madre va a pasar a buscarme dentro de media hora.
--Salúdala de mi parte, ¿quieres?
--Sí, señora, por supuesto.
--V-v-vamos -susurró Bill-. Baba-basta de chácháachara.
Subieron a la habitación de Bill. Los estantes estaban atestados con una variada
colección de libros y cómics. Había más revistas en el escritorio junto a una vieja
máquina de escribir Underwood para oficinas que le habían regalado sus padres
por Navidad, dos años antes; a veces Bill escribía cuentos con ella. Lo hacía con
más frecuencia desde la muerte de George. La ficción parecía calmarle la mente.
En el suelo, al otro lado de la cama, había un tocadiscos con un montón de ropa
amontonada sobre la tapa. Bill dejó la ropa en los cajones del escritorio y sacó los
discos. Los repasó hasta elegir seis que colocó en el eje del plato. En cuanto
encendió el aparato, los Fleetwoods comenzaron a cantar Come Softly Darling.
Richie se apretó la nariz. Bill sonrió, aunque el corazón le daba tumbos.
--A e-e-ellos n-no les g-g-gusta el r-r-rock. Es-éste me lo reg-regalaron p-p-para
mi c-c-cumpleaños. Y dos de P-Pat B-Boone y T-T-Tommy Sands. Guardo l-los de
Lit-Little RiRichard y Scream Jay Hawkins p-ppara c-cuando ellos n-no est-están.
Ppero si ella oye mú-música creerá que est-tamos e-en mi hab-bi-tación. Vva-
vamos.
La habitación de George estaba al otro lado del pasillo con la puerta cerrada.
Richie la miró, humedeciéndose los labios.
--¿No la tienen bajo llave? -preguntó a Bill. De pronto sintió deseos de que
estuviera cerrada con llave.
Bill, pálido, sacudió la cabeza e hizo girar el pomo. Entró y miró a Richie. Al cabo
de un momento, Richie lo siguió. Bill cerró la puerta tras ellos apagando el sonido
de los Fleetwoods. richie dio un pequeño salto ante el suave chasquido de la
cerradura.
Miró alrededor, temeroso pero lleno de curiosidad. L o primero que notó fue el
olor a hongos secos en el aire. "Hace rato que aquí nadie abre una ventana -
pensó-. Caramba, aquí ni siquiera se respira. Ésa es la sensación que da." Se
estremeció levemente ante la idea y volvió a humedecerse los labios.
Sus ojos se detuvieron en la cama de George y pensó que el niño dormía ahora
bajo un edredón de tierra en el cementerio. Pudriéndose. No tenía las manos
cruzadas porque se necesitan dos manos para cruzar sobre el pecho y a Georgie
lo habían enterrado con una sola.
De su garganta escapó un ruidito. Bill lo miró con aire inquisitivo.