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Bill enarcó las cejas, pero no mostró mucha sorpresa. Richie esperaba esa
actitud. Bill no era nada tonto.
--Pensemos un rato en esto, gran Bill -dijo-. Cualquiera puede vestirse de
payaso y asesinar chicos. No sé para qué, pero nadie entiende por qué los locos
hacen sus locuras, ¿no?
--S-s-s...
--Sí. No se diferencia mucho del bromista de las historietas de Batman.
El sólo oír en voz alta sus ideas entusiasmaba a Richie. Por un momento se
preguntó si estaba tratando de demostrar algo o sólo arrojando una cortina de
humo para poder ver esa habitación, esa foto. A fin de cuentas, probablemente no
importaba. A fin de cuentas, tal vez bastaba con ver que los ojos de Bill se
encendían con el mismo entusiasmo.
--¿P-p-pero qué t-t-tiene q-q-que ver la f-f-foto?
--¿Qué te parece a ti, Billy?
En voz baja, sin mirarlo, Bill opinó que no tenía nada que ver con los asesinatos.
--C-c-creo que f-f-fue el fafa-fantasma de G-ggeorgie.
--¿Un fantasma en una fotografía?
Bill asintió con la cabeza.
Richie lo pensó. La idea de un fantasma no forzaba en absoluto su mente
infantil. Estaba seguro de que esas cosas existían. Sus padres eran metodistas;
Richie iba a la iglesia todos los domingos y, además, a las reuniones de la
Juventud Metodista, los jueves por la noche. Ya sabía bastante de la Biblia y sabía
que la Biblia aceptaba todo tipo de cosas raras. Según la Biblia, el mismo Dios era
un Espíritu, al menos una tercera parte y eso era sólo el comienzo. Uno se daba
cuenta de que la Biblia creía en los demonios porque Jesús había expulsado a
unos cuantos del cuerpo de un fulano. Bastante divertida la cosa. Cuando Jesús
preguntó al tío que los tenía cómo se llamaba, los demonios contestaron por él
diciéndole que se fuera al infierno o algo así. Algunas de las cosas que contaba la
Biblia eran aún mejores que las historietas de terror. Siempre estaban friendo a la
gente en aceite o la gente se ahorcaba, como Judas Iscariote. Y eso del perverso
rey Acab, que se había caído del trono y todos los perros fueron a lamer su
sangre. Y los asesinatos en masa de bebés que habían acompañado a los
nacimientos de Moisés y Jesucristo. Y los tipos que salían de sus tumbas o
volaban por el aire. Y los soldados que derribaban murallas. Y los profetas que
veían el futuro y peleaban contra los monstruos. Todo eso estaba en la Biblia y era
verdad, palabra por palabra. Eso decía el reverendo Craig, eso decían los padres
de Richie y eso decía Richie. Estaba perfectamente dispuesto a dar como posible
la explicación de Bill. Era la lógica lo que le preocupaba.
--Pero dices que te asustaste. ¿Qué motivos tenía el fantasma de George para
asustarte, Bill?
--Ha d-d-de estar fuf-fuf-furioso conmigo. P-p-por hacerlo ma-matar. ffue c-c-
culpa mí-mía. Yo-yoyo lo hice salir c-c-con el ba... con el ba...
Como no podía sacar la palabra, meció la mano en . el aire. Richie asintió para
demostrar que comprendía lo que Bill quería decir... pero no para mostrarse de
acuerdo.
--No lo creo -dijo-. Si lo hubieras apuñalado por la espalda sería otra cosa. O si,
por ejemplo, le hubieras dado un revólver cargado para que jugara y él se hubiera