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--¡Mierda! -dijo el señor Nell. Y aunque parecía profundamente disgustado, su
                cara pareció de pronto a punto de reír-. Nunca había visto tan desastrada banda
                de mocosos. Si sus padres supieran dónde están esta noche habría unos cuantos
                fondillos calientes. De cualquier modo, creo que los habrá.
                   Richie no podo contenerse más; su boca se abrió sencillamente y echó a correr,
                como el hombrecito de jengibre, cosa que ocurría con frecuencia:
                   --¿Cómo van las cosas allá en la vieja patria, señor Nell? - preguntó, imitando el
                acento irlandés del policía-. Ah, usted es un festín para los ojos, ya lo creo, un
                hombre encantador, todo un orgullo para la vieja patria.
                   --Seré todo un orgullo para tus fondillos en menos de tres segundos -dijo el
                señor Nell, secamente.
                   Bill giró hacia él, gruñendo:
                   --¡Por el a-a-amor de O-d-dios, RRichie, c-c-cácállate!
                   --Buen consejo, Master William Denbrough -dijo el señor Nell-. Seguro que Zack
                no sabe que estás aquí, en Los Barrens, jugando entre las cagarrutas flotantes,
                ¿verdad?
                   Bill bajó los ojos y negó con la cabeza. Sus mejillas ardían.
                   El señor Nell miró a Ben.
                   --No recuerdo tu nombre, hijo.
                   --Ben Hanscom, señor -susurró el chico.
                   El señor Nell asintió y miró la presa.
                   --¿Esto fue idea tuya?
                   --Cómo construirla sí, señor. -El susurro de Ben fue casi inaudible.
                   --Bueno, eres un demonio de ingeniero, chico, pero no sabes una mierda de Los
                Barrens ni del sistema de drenaje de Derry, ¿verdad?
                   Ben sacudió la cabeza.
                   --El sistema tiene dos partes -explicó Nell-. Una parte lleva los desechos
                humanos sólidos (la mierda, si no ofendo vuestros tiernos oídos, chicos). La otra,
                el agua residual: el agua de los retretes y la que va a las tuberías desde los
                fregaderos, las lavadoras y las duchas, junto con la que corre por las alcantarillas
                de la ciudad. Bueno, no habéis causado problemas en el paso de los desechos
                sólidos, gracias a Dios, porque todo eso se bombea al Kenduskeag algo más
                abajo. Probablemente algunos buenos cagarros se están secando al sol a un
                kilómetro de aquí, gracias a lo que habéis hecho, pero al menos podéis estar
                seguros de que no hay mierda pegada al techo de ninguna casa. Pero en cuanto a
                las aguas residuales... no hay bombas para las aguas residuales. Corren colina
                abajo por lo que los ingenieros llaman drenajes de gravedad. Y tú has de saber
                dónde terminan los drenajes de gravedad, ¿verdad, grandullón?
                   --Allá arriba -dijo Ben, señalando la zona inmediatamente posterior a la presa
                que había quedado sumergida en gran parte. Lo hizo sin levantar la vista. Por las
                mejillas empezaban a correrle grandes lágrimas. El señor Nell fingió no darse
                cuenta.
                   --En efecto, así es. Todos los drenajes de gravedad alimentan arroyos que van a
                Los Barrens. En realidad, muchos de esos arroyuelos que corren por aquí abajo
                son aguas residuales, que salen de la alcantarillas tan escondidas en la maleza
                que no se las ve. La mierda va por un lado y todo lo demás por el otro, Dios
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