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momento empezaría a gotear. Fueron al baño, donde Bill puso la mano bajo el
grifo hasta que dejó de sangrar. Una vez limpios, los cortes se veían finos pero
profundos. Con sólo mirarlos, a Richie se le revolvió el estómago. Los envolvió con
tiritas tan rápido como pudo.
--C-cómo du-duele-dijo Bill.
--¿Por qué tenías que meter la mano ahí, pedazo de idiota?
Bill miró con solemnidad sus anillos de apósitos; después levantó la mirada
hacia Richie.
--E-era el p-p-payaso -dijo-. Era el p-p-payaso, hac-hac-haciéndose p-p-pasar
por G-g-george.
--Eso -confirmó Richie-. Y también era el payaso haciéndose pasar por la momia
cuando lo vio Ben. Y el payaso haciéndose pasar por vagabundo cuando lo vio
Eddie.
--El le-le-leproso.
--Eso.
--Pero ¿e-e-es re-re-realmente un p-p-payaso?
--Es un monstruo -repuso Richie, secamente-. Alguna clase de monstruo que
tenemos aquí mismo, en Derry. Y está matando a los chicos.
6.
Un sábado, no mucho después del incidente del dique en Los Barrens el señor
Nell y la foto que se movía, Richie, Ben y Beverly Marsh se encontraron, no con un
monstruo, sino con dos... y pagaron para verlos. Al menos Richie pagó. Esos
monstruos asustaban, pero no eran peligrosos de verdad. Acechaban a sus
víctimas desde la pantalla del cine Aladdin, mientras Richie, Ben y Bev miraban
desde la galería.
Uno de los monstruos era un hombre lobo representado por Michael Landon. Y
estaba estupendo. El otro era un corredor de coches muerto, representado por
Garry Conway. Era resucitado por un descendiente de Víctor Frankenstein, quien
arrojaba las partes que no le hacían falta a unos cocodrilos que tenía en el sótano.
El programa incluía también un noticiero de Movie Tone que mostraba la última
moda de París y las últimas explosiones de cohetes Vanguard en Cabo Cañaveral,
dos dibujos animados de Warner Brothers, uno de Popeye y otro de Pingüi (por
algún motivo, el gorro que usaba Pingüi siempre hacía reír a Richie), y los avances
de próximos estrenos, que incluían dos películas que Richie puso inmediatamente
en su lista de cosas para ver: Me casé con un monstruo del espacio exterior y The
Blob.
Durante la función, Ben estuvo muy callado. La vieja Parva había estado a punto
de ser descubierta por Henry, Belch y Victor, algo antes, y Richie supuso que eso
lo tenía preocupado. Pero Ben ni siquiera se acordaba de esos malvados. El
motivo de su silencio era Beverly. Su proximidad lo abrumaba a tal punto que
estaba casi enfermo. Tenía carne de gallina y un momento después, con sólo
sentir que ella se movía en la butaca, se le encendía la piel como con fiebre
tropical. Cuando la mano de Beverly rozaba la suya, al tomar palomitas de maíz, él