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--Me está extorsionando -dijo Richie a su madre, que sólo tomaba una tostada.
                Estaba tratando otra vez de perder unos kilos-. Esto es extorsión, espero que te
                des cuenta.
                   --Sí, querido, me doy cuenta -dijo su madre- Tienes huevo en el mentón.
                   Richie se limpió.
                   --¿Tres dólares si tengo todo listo cuando vuelvas a casa, esta noche? -preguntó
                al periódico.
                   Los ojos de su padre volvieron a aparecer brevemente.
                   --Dos con cincuenta.
                   --Oh, vaya -suspiró Richie-. Eres peor que Rico Mac Pato.
                   --Es mi ídolo -dijo Went tras el periódico-. Decídete, Richie. Quiero leer este
                comentario de boxeo.
                   --Hecho -dijo Richie y volvió a suspirar.
                   Cuando los padres lo tenían a uno pillado, sabían muy bien cómo apretar.
                Mientras cortaba el césped practicó sus voces.



                   7.


                   Terminó (el frente, la parte trasera y los lados) a las tres de la tarde del viernes y
                comenzó el sábado con dos dólares y cincuenta centavos en los bolsillos de su
                vaquero. Casi una fortuna. Llamó a Bill, pero Bill le dijo que tenía que ir a Bangor
                para su terapia.
                   Richie le dio su pésame y agregó, con su mejor voz de Bill el Tartaja:
                   --D-d-dales c-c-con t-t-todo, Gg-gran B-b-bill.
                   --Vete al cuerno, T-t-tozier-dijo Bill y cortó.
                   A continuación, Richie llamó a Eddie Kaspbrak, pero lo encontró aún más
                deprimido que a Bill. La madre había comprado un billete de autobús.
                   Irían a visitar a las tías de Eddie que vivían en Haven, en Bangor y en Hampden,
                respectivamente. Las tres eran gordas, como la señora Kaspbrak, y las tres
                solteras.
                   --Las tres van a pellizcarme la mejilla y dirán cuánto he crecido -se quejó Eddie.
                   --Eso es porque saben que eres encantador, Eds, como yo. Desde la primera
                vez que te vi me di cuenta de que eras un niño muy encantador.
                   --A veces eres un plomo, Richie.
                   --Entre colegas nos conocemos, Eds, y tú eres el mejor de nosotros. ¿Irás a Los
                Barrens la semana que viene?
                   --Supongo que sí, si vosotros también vais. ¿Quieres que juguemos a
                pistoleros?
                   --Puede ser. Pero... Gran Bill y yo tenemos algo que contaros.
                   --¿Qué?
                   --En realidad, creo que le corresponde contarlo a Bill. Hasta pronto. Que te
                diviertas con tus tías.
                   --Muy gracioso.
                   Su tercera llamada fue a Stan el Galán, pero Stan había caído en desgracia con
                sus padres por romper la ventana mientras jugaba. Tenía que pasarse el fin de
                semana haciendo tareas en la casa y probablemente también el fin de semana
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