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--Fijaos qué lotería me tocó -agregó él-. Y no resultó ningún hijo de eso. ¿No es
                para reírse, Eds?
                   Eddie comenzó:
                   --Eso no prueba...
                   --No -intervino Bill-, no prueba nada. Pero sugiere una relación, sin duda. Ahora
                bien, ¿qué vamos a hacer? ¿Lo has pensado, Mike?
                   --Claro que lo he pensado -dijo Mike-, pero no podía decidir nada mientras no
                nos reuniéramos a hablar. No podía predecir el resultado de esta reunión antes de
                que se produjera.
                   Hizo una larga pausa, contemplándolos con aire pensativo.
                   --Tengo una idea -agregó-, pero antes de explicarla, creo que debemos resolver
                algo. ¿Vamos a actuar o no? ¿Vamos a tratar otra vez de matar a "Eso"?
                   ¿O dividimos la cuenta del almuerzo entre seis y volvemos a lo que cada uno
                estaba haciendo?
                   --Parece que... -comenzó Beverly.
                   Pero Mike la miró sacudiendo la cabeza. Todavía no había terminado.
                   --Debéis comprender que nuestras posibilidades de triunfar son imprevisibles.
                Sé que no son buenas, así como que habrían sido algo mejores si Stan estuviera
                aquí. Buenas no, pero sí mejores. como Stan no está, el círculo que formamos
                aquel día está roto. No creo que podamos destruir a "Eso", ni siquiera alejarlo por
                un tiempo, como antes, si el círculo está roto. Creo que "Eso" nos matará, uno a
                uno, probablemente de modo horrible. Siendo niños formamos un círculo
                completo, de algún modo que tampoco ahora comprendo. Creo que, si decidimos
                actuar, tendremos que tratar de constituir un círculo más reducido.
                   Mike volvió a mirarlos, con ojos hundidos y cansados.
                   --Por eso me parece mejor que votemos. Quedarse e intentarlo otra vez, o volver
                cada uno a su casa. Ésas son las opciones. Os hice venir por una antigua
                promesa, aun sin estar seguro de que la recordaríais, pero no puedo reteneros
                aquí sólo con eso. Los resultados serían peores.
                   Miró a Bill y en ese momento el escritor comprendió lo que sobrevendría. Sintió
                miedo, pero no pudo impedirlo. Luego, con el mismo alivio que quizá experimenta
                el suicida al sacar las manos del volante, en el coche a toda velocidad, para
                cubrirse los ojos, lo aceptó. Mike los había reunido allí. Mike les había explicado
                todo claramente... y ahora cedía el liderazgo. Depositaba el mando de jefe en la
                persona que lo había llevado en 1958.
                   --¿Qué opinas tú, Gran Bill? Formula la pregunta.
                   --Antes de hacerlo -dijo Bill-, quiero saber si todos la "entendéis". Ibas a decir
                algo, Bev.
                   Ella meneó la cabeza.
                   --Muy bien. Creo que la pregunta es ésta: ¿nos quedamos a luchar o nos
                olvidamos de todo? Los que queráis quedaros, levantad la mano.
                   Nadie se movió durante cinco segundos. Bill recordó ciertas subastas, en las
                que el precio de algún artículo subía repentinamente a la estratosfera y quienes no
                querían ofrecer se convertían en estatuas, temerosos de rascarse o de espantar
                una mosca por si el subastador tomaba el gesto por otros cinco o veinte mil.
                   Pensó en Georgie. Georgie, que nunca le había hecho mal a nadie, que sólo
                quería salir a jugar tras haber estado en cama toda la semana. Georgie, con las
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