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--No se preocupe -dijo Ben-. Muy buena comida. Muy... muy original.
--Los dejo, entonces -dijo ella, haciéndoles una reverencia entre las cuentas de
la cortina.
Todavía se oía el tintineo cuando todos volvieron a apartarse de la mesa.
--¿Qué es? -preguntó Ben con voz ronca, observando el plato de Bill.
--Una mosca -respondió el novelista-. Una mosca mutante. Cortesía de un
escritor llamado George Langlahan, creo. Escribió un cuento llamado "La mosca",
con el cual hicieron una película. No fue muy buena, pero el cuento me dio un
miedo espantoso. "Eso" ha vuelto a sus viejos trucos, sí. Ultimamente he estado
pensando en ese asunto de la mosca, porque estaba planeando una novela.
Pensaba llamarla "Bichos de la carretera". Suena b-bastante estúpido, pero...
--Disculpad -dijo Beverly, distante-. Tengo que ir a vomitar.
Desapareció antes de que nadie pudiera levantarse.
Bill sacudió su servilleta y la arrojó sobre la mosca, que tenía el tamaño de una
cría de gorrión. Una cosa tan grande no podría haber surgido de una galleta china,
pero allí estaba. Zumbó dos veces bajo la servilleta y quedó en silencio.
--Cielos -musitó Eddie.
--Salgamos de aquí -dijo Mike-. Esperaremos a Beverly en el vestíbulo.
En el momento en que Beverly salía del tocador para señoras, los hombres se
reunieron junto a la registradora. Ella parecía pálida pero compuesta. Mike pagó la
cuenta, besó a Rose en la mejilla y todos salieron a la tarde lluviosa.
--¿Esto no ha hecho que nadie cambie de idea? -preguntó Mike.
--Yo no -repuso Ben.
--Ni yo -dijo Eddie.
--¿De qué idea me hablas? -fue la respuesta de Richie.
Bill sacudió la cabeza y miró a Beverly.
--Me quedo -dijo ella-. Bill, ¿a qué te referías cuando dijiste que "Eso" había
vuelto a sus viejos trucos?
--Pensaba escribir un relato sobre bichos -dijo él-. Ese cuento de Langlahan se
me había metido en las ideas. Y por eso vi una mosca. Lo tuyo fue sangre,
Beverly. ¿Por qué tenías sangre en la mente?
--Probablemente por la que salió del sumidero -explicó Beverly-, en el baño de
mi casa, cuando yo tenía once años.
Pero ¿era realmente por eso? No lo parecía. Lo que había surgido en su mente,
al ver la sangre en sus dedos, había sido la huella ensangrentada que había
dejado tras de sí, al pisar el frasco de perfume roto. Tom. Y
("Bevvie, a veces me preocupas mucho")
su padre.
--Tú también te encontraste con un bicho -dijo Bill a Eddie-. ¿Por qué?
--No era un simple bicho, sino un grillo. Tenemos grillos en el sótano. Una casa
de doscientos mil dólares y no podemos deshacernos de los grillos. Por la noche
nos vuelven locos. Un par de noches antes de que llamara Mike, tuve una
pesadilla terrible. Soñé que despertaba en una cama llena de grillos. Traté de
dispararles con mi inhalador, pero por más que lo apretaba no salían sino crujidos.
Un momento antes de despertar descubrí que también el aparato estaba lleno de
grillos.