Page 436 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 436

Entró en el baño, y contempló su nariz de tomate, chorreante, y su ojo
                ennegrecido. No lloró. La vergüenza y el espanto eran demasiado para llorar. "Oh,
                Bev, hice lo que pude, querida. Pero mi cara... dijo que me destrozaría la cara..."
                   En el botiquín tenía Darvon y Valium. Acabó por tomar uno de cada uno. Luego
                fue a las Hermanas de la Misericordia para que la atendieran y allí conoció al
                doctor Geffin; por el momento, era el único, hombre a quien no habría borrado
                gustosamente de la faz de la tierra.
                   Y desde allí a casa otra vez, a casa otra vez...
                   Se acercó a la ventana de su dormitorio para mirar fuera. El sol ya estaba bajo el
                horizonte. En la costa este estaría atardeciendo. En Maine eran más o menos las
                siete.
                   "Más tarde decidirás qué hacer con la policía. Ahora, lo importante es prevenir a
                Beverly. Sería mucho más fácil, querida Bev, si me hubieras dicho dónde te
                hospedarías. Supongo que no lo sabías."
                   Aunque había dejado de fumar hacía dos años, tenía cigarrillos en el cajón de su
                escritorio para casos de emergencia. Sacó uno del paquete, lo encendió e hizo
                una mueca; estaba rancio. Lo fumó, de todos modos, con un párpado
                entrecerrado, para evitar el humo y el otro cerrado. Cortesía de Tom Rogan.
                   Trabajosamente, con la mano izquierda (el muy hijo de puta le había dislocado,
                el brazo derecho), telefoneó a información de Maine y pidió nombre y número, de
                todos los hoteles y moteles de Derry.
                   --Eso tardará un rato, señora -dijo la operadora, vacilando.
                   --Tardará más de lo que piensa -dijo Kay-. Tendré que escribir con la mano
                izquierda. Tengo la derecha estropeada.
                   --No es costumbre...
                   --Escúcheme -la interrumpió Kay con amabilidad-. Llamo desde Chicago; estoy
                tratando de encontrar a una amiga que ha abandonado, a su esposo para volver a
                Derry, su ciudad natal. Su esposo sabe a dónde fue. Me arrancó la información a
                golpes. Ese hombre es un psicópata. Mi amiga debe saber que él va a buscarla.
                   Hubo una larga pausa. Por fin, la operadora dijo con voz más humana:
                   --Creo que lo que usted necesita es el número de la policía de Derry.
                   --Perfecto. Lo anotaré también. Pero debo prevenir a mi amiga -dijo Kay-. Y... -
                Pensó en las mejillas cortadas de Tom, en el chichón de su frente, en el de su
                sien, en su cojera y en sus labios horriblemente hinchados-. A lo mejor basta con
                advertirle que él va hacia allá.
                   Hubo una pausa.
                   --¿Me oye? -preguntó Kay.
                   --Albergue para chóferes Arlington -dijo la operadora-: 6438146. Posada de
                Bassey: 6484083. Hostal Bunyan...
                   --Más lento, ¿quiere? -pidió ella, escribiendo con frenesí. Buscó un cenicero.
                Como no lo encontró, aplastó el cigarrillo en la superficie del escritorio-. Bueno,
                siga.
                   --Posada Clarendon...




                   4.
   431   432   433   434   435   436   437   438   439   440   441