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Su ejecución se produjo en la triple intersección de las calles Canal, Main y
Kansas (no lejos, en realidad, del sitio que figuraba en la fotografía que se movió a
la vista de Bill y Richie, un día de junio de 1958). Ocurrió unos trece meses antes
del incendio del Black Spot, en octubre de 1929, poco antes del derrumbe de la
bolsa.
Como en el caso del incendio del Black Spot, muchos residentes de Derry fingen
no recordar lo que ocurrió ese día. O bien estaban fuera de la ciudad visitando a
algún pariente. O bien dormían la siesta y no se enteraron de nada hasta que lo
escucharon por radio, esa noche. O simplemente lo miran a uno a la cara y
mienten.
Las anotaciones policiales de ese día indican que el comisario Sullivan no
estaba siquiera en la ciudad. "Claro que lo recuerdo -me dijo Aloysius Nell, desde
una tumbona al sol en la terraza del asilo Paulson, de Bangor-. Era mi primer año
en la policía. Cómo no voy a acordarme. Sullivan estaba en el oeste de Maine
cazando aves. Cuando volvió, ya se los habían llevado, envueltos en sábanas."
(Sullivan se puso más frenético que una gallina mojada.) Pero en un libro sobre
pistoleros titulado "Sangrientos y malvados", hay una foto que muestra a un
hombre sonriente junto al cadáver acribillado de Al Bradley, en el depósito de
cadáveres; si ese hombre no es el comisario Sullivan, tiene que ser su hermano
mellizo.
Fue el señor Keene quien finalmente me contó lo que considero la verdadera
versión de la historia (Norbert Keene, propietario de la farmacia Center entre 1925
y 1975). Habló conmigo de buena gana, pero, al igual que el padre de Betty
Ripsom, me hizo apagar la grabadora antes de soltar la lengua. Eso no cambiaba
nada, porque todavía oigo su voz de papel: otro, cantante "a capella" en el maldito
coro de esta ciudad.
--No hay motivos para que no te lo cuente -dijo-. Nadie va a publicar esa historia.
Y si alguien lo, hiciera, nadie le creería. -Me ofreció un anticuado frasco de
boticario-. ¿Una gomita de regaliz? Recuerdo que preferías las rojas, Mikey.
Tomé una.
--¿Estuvo o no presente el comisario, Sullivan aquel día?
El señor Keene, sonriendo, tomó una gomita de regaliz.
--Tienes tus dudas, ¿eh?
--Tengo mis dudas -asentí, mascando el regaliz rojo.
No había comido ninguno desde los tiempos en que, siendo niño, empujaba mis
monedas sobre el mostrador hacia el señor Keene, por entonces más joven y vital.
Sabía tan bien como en aquella época.
--Eres demasiado joven para recordar el "home run" de Bobby Thomson para los
Giants, en 1951 -dijo Keene-. Por entonces tendrías apenas cuatro años.
--Algunos años después, el diario, publicó un articulo sobre ese partido y parece
que casi un millón de neoyorquinos aseguraron haber estado en el estadio ese
día.
El señor Keene masticó su regaliz; un poco, de saliva oscura chorreó desde la
comisura de su boca. La limpió cuidadosamente con su pañuelo. Estábamos
sentados en el despacho de la trastienda, pues aunque Norbert Keene tenía
ochenta y cinco anos y llevaba diez jubilado, aún le llevaba los libros al nieto.