Page 72 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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suntuosidad en el reproche a uno mismo. Cuando nosotros mismos nos
culpamos, sentimos que nadie más tiene derecho a hacerlo. Es la confesión,
no el sacerdote, lo que otorga la absolución. Cuando Dorian Gray terminó la
carta, sintió que había sido perdonado.
De repente, llamaron a la puerta, y oyó al otro lado la voz de lord Henry.
—Querido Dorian, tengo que verte. Déjame entrar de inmediato. No
puedo soportar que te encierres de esta forma.
No respondió al principio, y se quedó quieto. Pero los golpes en la puerta
continuaron y se hicieron más fuertes. Sí, era mejor dejar pasar a lord Henry y
explicarle la nueva vida que se disponía a llevar; discutir con él si era
necesario discutir, y separarse si era inevitable. Se incorporó de un salto,
colocó apresuradamente el biombo delante del cuadro y abrió la puerta.
—No sabes cuánto lo siento, querido muchacho —dijo lord Henry al
entrar—. Pero no debes pensar en ello demasiado.
—¿Te refieres a Sybil Vane?
—Sí, por supuesto —respondió lord Henry desplomándose en una silla al
tiempo que se quitaba los guantes muy despacio—. Es terrible, desde cierto
punto de vista, pero no fue culpa tuya. Dime. ¿Fuiste a verla después de que
acabara la función?
—Sí.
—Estaba seguro de que habías ido. ¿Le hiciste una escena?
—Fui brutal, Harry, absolutamente brutal. Pero todo está bien ahora. No
lamento nada de lo sucedido. Me ha enseñado a conocerme mejor.
—¡Ah, Dorian, me alegra tanto que te lo tomes de esa manera! Tenía
miedo de encontrarte hundido en el remordimiento y arrancándote tu hermoso
cabello.
—He pasado por todo eso —dijo Dorian moviendo la cabeza y
sonriente—. Soy ahora completamente feliz. Sé lo que es la conciencia, para
empezar. No es lo que tú me dijiste que era. Es lo más divino que hay en
nosotros. No te burles de ello, Harry, nunca más. Al menos no delante de mí.
Quiero ser bueno. No puedo soportar la idea de que mi alma sea horrible.
—¡Encantadora base artística de la ética, Dorian! Te felicito por ello. Pero
¿cómo vas a empezar?
—Casándome con Sybil Vane.
—¡Casándote con Sybil Vane! —exclamó, poniéndose de pie, lord Henry
y mirándolo con perplejo asombro—. Pero, querido Dorian…
—Sí, Harry, sé lo que vas a decir. Algo terrible sobre el matrimonio. No
lo digas. No vuelvas a decirme cosas de ese tipo jamás. Hace dos días le pedí
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