Page 74 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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Es noche de Patti, y todo el mundo estará allí. Puedes venir al palco de mi
hermana. La acompañan mujeres elegantes.
—Así que he matado a Sybil Vane —dijo Dorian Gray medio para sí
mismo—. La he matado con la misma seguridad que si le hubiera cortado la
garganta con un cuchillo. Y las rosas no son menos hermosas por ello. Y los
pájaros siguen cantando tan alegremente como antes en mi jardín. Y esta
noche voy a cenar contigo, y luego iré a la ópera, y después tomaremos algo
en alguna parte, supongo. ¡Qué extraordinariamente dramática es la vida! Si
hubiera leído todo esto en un libro, Harry, creo que me habría hecho llorar.
De algún modo, ahora que realmente ha ocurrido, y me ha pasado a mí,
parece demasiado extraordinario para las lágrimas. Aquí está la primera
apasionada carta de amor que he escrito en mi vida. Es curioso que mi
primera apasionada carta de amor fuera dirigida a una muchacha muerta. Me
pregunto si podrán sentir esas gentes blancas y silenciosas que llamamos los
muertos. ¡Sybil! ¿Puede ella sentir, o saber, o escuchar? ¡Oh, Harry, cuánto la
amé una vez! Ahora me parece que hubieran pasado años. Ella lo era todo
para mí. Y entonces llegó esa funesta noche (¿no fue más que la noche
pasada?) en que actuó tan mal y mi corazón casi se rompió. Ella me lo explicó
todo. Fue terriblemente patético. Pero no me conmovió lo más mínimo. La
consideré superficial. Luego sucedió algo que me asustó. No puedo decirte lo
que fue, pero fue espantoso. Dije que volvería con ella. Sentía que había
hecho mal. Y ahora está muerta. ¡Dios mío! ¡Dios mío! Harry, ¿qué voy a
hacer? No sabes en qué peligro me encuentro, y que no hay nada que me
salve ahora. Ella habría hecho eso por mí. No tenía derecho a matarse. Ha
sido egoísta.
—Mi querido Dorian, la única manera en que una mujer puede reformar a
un hombre es aburriéndolo tan absolutamente que este pierda todo posible
interés por la vida. Si te hubieras casado con esa muchacha habrías estado
perdido. Por supuesto que la habrías tratado bien. Siempre podemos ser
amables con la gente que no nos importa lo más mínimo. Pero ella pronto
habría descubierto que te era por completo indiferente. Y, cuando una mujer
averigua eso de su marido, o se vuelve terriblemente desaliñada o se pone
sombreros muy elegantes que tengan que pagar los maridos de otras mujeres.
No diré nada del error social, pero te aseguro que, en cualquier caso, todo
habría sido un fracaso absoluto.
—Supongo que lo habría sido —musitó el muchacho caminando de un
lado a otro por la habitación y terriblemente pálido—. Pero pensé que era mi
deber. No es culpa mía que esta tragedia terrible me haya impedido hacer lo
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