Page 75 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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correcto. Recuerdo que dijiste una vez que había una fatalidad en las buenas

               decisiones. Que siempre se tomaban demasiado tarde. Eso ha ocurrido, desde
               luego, con la mía.
                    —Las buenas decisiones son, simplemente, un intento inútil de interferir
               en  las  leyes  científicas.  Su  origen  es  pura  vanidad.  Su  resultado  es

               absolutamente  nulo.  Nos  proporcionan,  de  vez  en  cuando,  algunas  de  esas
               suntuosas emociones estériles que poseen cierto encanto para nosotros. Eso es
               todo cuanto puede decirse de ellas.
                                                                                                ⁠
                    —Harry —exclamó regresando y sentándose de nuevo junto a él—, ¿por
               qué no puedo sentir esta tragedia tanto como quiero? No creo ser insensible.
               ¿Lo soy?
                    —Has  cometido  demasiadas  estupideces  en  tu  vida  como  para  merecer
                                       ⁠
               ese título, Dorian —respondió lord Henry con su dulce sonrisa melancólica.
                    El muchacho frunció el ceño.
                                                                              ⁠
                    —No me gusta esa explicación, Harry —⁠contestó—, pero me alegra que
               no creas que soy insensible. No soy nada semejante. Sé que no lo soy. Y, sin
               embargo, debo admitir que esto que ha ocurrido no me afecta como debería.

               Se  me  antoja,  simplemente,  el  final  maravilloso  de  una  maravillosa  obra
               teatral. Posee toda la terrible belleza de una gran tragedia, una tragedia en la
               que intervine, pero por la que no he sido herido.
                    —Es  una  cuestión  interesante  —⁠dijo  lord  Henry,  que  encontraba  un
                                                                                                 ⁠
               exquisito placer en jugar con el egotismo inconsciente del muchacho—, una
               cuestión extremadamente interesante. Imagino que la explicación es ésta. A
               menudo  sucede  que  las  tragedias  reales  de  la  vida  ocurren  de  manera  tan
               antiartística que nos hieren por su cruda violencia, su incoherencia absoluta,

               su absurda carencia de significado, su completa falta de estilo. Nos afectan tal
               y como nos afecta la vulgaridad. Nos producen una impresión de pura fuerza
               bruta  y  nos  rebelamos  contra  eso.  A  veces,  sin  embargo,  una  tragedia  que
               posee  elementos  de  belleza  artística  se  cruza  en  nuestras  vidas.  Si  esos

               elementos de belleza son reales, todo apela, simplemente, a nuestro sentido
               del efecto dramático. De repente, encontramos que ya no somos los actores,
               sino los espectadores de la obra. O más bien que somos ambas cosas. Nos
               observamos  a  nosotros  mismos,  y  el  propio  asombro  del  espectáculo  nos

               cautiva. En el caso presente, ¿qué es lo que ha ocurrido en realidad? Alguien
               se ha matado por amor a ti. Desearía haber tenido esa experiencia. Me habría
               hecho  amar  el  amor  para  el  resto  de  mi  vida.  Las  personas  que  me  han
               adorado  (no  han  sido  muchas,  pero  ha  habido  algunas)  siempre  se  han

               empeñado  en  vivir  mucho  después  de  que  hubieran  dejado  de  importarme




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