Page 76 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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ellas a mí o yo a ellas. Se han vuelto recias y tediosas y, cuando me las
encuentro, buscan recuerdos de inmediato. ¡Esa terrible memoria de las
mujeres! ¡Qué cosa tan aterradora! ¡Y qué absoluto estancamiento intelectual
revela! Uno debería absorber el color de la vida, pero nunca recordar sus
detalles. Los detalles son vulgares siempre.
»Por supuesto, de vez en cuando, las cosas permanecen. Yo una vez no
llevé más que violetas durante una temporada en señal de luto por un romance
que no iba a morir. Al final, sin embargo, murió. He olvidado lo que acabó
con él. Creo que fue el propósito de ella de sacrificar el mundo entero por mí.
Ése es siempre un momento terrible. Nos llena del terror de la eternidad. ¿Lo
creerías? Hace una semana, en casa de lady Hampshire, me hallé sentado en
la cena junto a la dama en cuestión, y ella insistía en recordarlo todo otra vez,
y en cavar en el pasado y rastrillar el futuro. Yo había enterrado mi romance
en un lecho de amapolas. Ella lo desenterró y me aseguró que había arruinado
su vida. Tengo que decir que cenó copiosamente, así que no sentí la menor
ansiedad. ¡Pero qué falta de gusto demostró! El único encanto del pasado
consiste en estar en el pasado. Y las mujeres nunca saben cuándo ha caído el
telón. Siempre quieren un sexto acto, y tan pronto como el interés de la obra
se ha extinguido por completo ellas se proponen continuarla. Si se las dejara
hacer, todas las comedias tendrían un final trágico y todas las tragedias
culminarían en farsa. Las mujeres son encantadoramente artificiales, pero
carecen de sentido alguno del arte. Tú eres más afortunado que yo. Te
aseguro, Dorian, que ninguna de las mujeres que haya conocido habría hecho
por mí lo que ha hecho por ti Sybil Vane. Las mujeres comunes siempre se
consuelan. Algunas lo hacen buscando colores sentimentales. Nunca confíes
en una mujer que vaya vestida de malva, cualquiera que sea su edad, ni en una
mujer de más de treinta y nueve que aún sea aficionada a las cintas de color
rosa. Siempre significa que tienen una historia. Otras encuentran gran
consuelo en descubrir súbitamente las buenas cualidades de sus esposos. Nos
restriegan en la cara su felicidad conyugal como si fuera el más fascinante de
los pecados. A otras las consuela la religión. Sus misterios poseen todo el
encanto de un flirteo, me dijo una vez una mujer, y casi puedo entenderlo.
Además, nada nos vuelve tan vanidosos como que nos digan que somos
pecadores. No tienen en verdad fin los consuelos que las mujeres encuentran
en la vida moderna. Y no he mencionado, desde luego, el más importante de
todos.
—¿Cuál es ése, Harry? —preguntó con desgana Dorian Gray.
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