Page 80 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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pensamiento ejercer influencia también sobre objetos inertes e inorgánicos?
Es más; sin pensamiento ni deseo consciente, ¿no podrían las cosas externas a
nosotros mismos vibrar al unísono con nuestros estados de ánimo y nuestras
pasiones, átomo atrayendo al átomo, en amor secreto o afinidad extraña? Pero
la razón no era lo importante. Jamás volvería a tentar con una plegaria a
ningún terrible poder. Si el cuadro iba a cambiar, cambiaría. Eso era todo.
¿Por qué indagar en ello demasiado?
Pues lo cierto es que había verdadero placer en observarlo. Podría seguir
su mente a sus lugares ocultos. Aquel retrato sería para él el más mágico de
los espejos. De la misma forma que le había revelado su propio cuerpo, le
revelaría su propia alma también. Y, cuando el invierno llegara para el
cuadro, él aún seguiría donde la primavera tiembla a las puertas del estío.
Cuando la sangre huyera de su rostro y dejara tras ella una pálida máscara de
tiza con los párpados pesados, él conservaría el brillo de la juventud. Ni una
sola flor de su encanto se marchitaría nunca. Ni un solo pulso de vida se
debilitaría en él. Como los dioses griegos, sería fuerte, ágil, alegre. ¿Qué
importaba lo que le ocurriese a la imagen pintada en el lienzo? Él estaría a
salvo. Eso era todo.
Volvió a colocar el biombo donde estaba delante del cuadro, sonriendo al
hacerlo, y entró en su dormitorio, donde el ayuda de cámara lo esperaba ya.
Una hora después estaba en la ópera y lord Henry se inclinaba sobre su silla.
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