Page 71 - El Terror de 1824
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                EL  TERROR  DE  1824
       — ¿Qué  tal  está  el  chocolate?— le  preguntó
    Sola  con  malignidad.
       — Así,  así...  mejor  dicho,  no  está  mal..,
     quiero  decir,  muy  bueno,  excelente,  ó  hablan-
        do con  completa  franqueza,  riquísimo.
       — ¿Hoy  se  marcha  usted?
       —Ahora  mismo...  Me  presentaré  á  las  auto-
           ridades— repuso  Sarmiento  dejando  el  caujilón
     y  arropándose  de  nuevo  entre  las  sábanas, —
     y  les  diré:  «Aquí  tenéis,  infames  sicarios,  al
     que  os  ha  hecho  tanto  daño;  quitadme  esta
     miserable  vida;  babed  mi  sangre,  caníbales.
     Quiero  compartir  la  inmortalidad  del  insigne
     Riego...»
       — ¿Todo  eso  va  á  decir  usted?...  Pues  un
     poco  perezosillo  está  mi  buen  viejo  para  hacer
     y  decir  tantas  cosas.
       — \Yo  perezosol—  exclamó  incorporando  el
     anguloso  busto  y  extendiendo  los  brazos: —
     1  Venga  al  punto  mi  ropa!
       Soledad  le  mostró  ropa  blanca  limpia  y
     planchada.
       — Estuve  arriba, — dijo.
       — ¿En  mi  casa?
       — Sí:  saqué  la  llave  del  bolsillo  de  usted,
     subí,  revolví  todo  buscando  ropa  mejor  que
     la  que  usted  tiene  puesta..,  pero  no  encontró
     nada.
       — ¡G¿mo  había  de  encontrar,  almadeDios,j
    ,  lo  que  no  tengol  No  se  burle  de  mi  miseria...
     Pero  entendámonos,  ¿qué  ropa  es  ésta  que  me
     ofrece?
       — Ya  lo  ve...  son  piezas  desechadas,  pero  en
     buen  uso.
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