Page 108 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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esta vez de que solo es una imagen con la que se identifica y que no la
               define ni la necesita para ser feliz.





               Mala relación con la tristeza





                      Enfadarte con una emoción difícil es como enfadarte con el

                      cartero porque te trae malas noticias.





                  Necesitamos permitirnos estar tristes.
                  Si cuando perdemos algo en vez de permitirnos sentirlo y ser amables

               hacia nuestro dolor, le damos vueltas al pasado y nos machacamos por

               lo que hicimos, es muy probable que lo gestionemos malamente y que la

               tristeza no se vaya, aunque pase mucho tiempo. Esto es justo lo que le
               ha ocurrido a Diana.

                  No es que nuestra tristeza nos quiera hacer la vida imposible, es que

               la estamos gestionando regulinchi y se enquista.

                  Normalmente  a  casi  nadie  le  gusta  estar  triste.  Hemos  oído  tantas
               veces  que  tenemos  que  sonreír,  aunque  estemos  mal,  que  de  alguna

               manera  nos  hemos  hecho  expertos  en  reprimirla  y  no  sabemos

               gestionarla de forma sana. El tema es que por mucho que reprimamos lo
               que sentimos si algo necesita nuestra atención, el cerebro nos lo va a

               hacer notar sí o sí. Así que el camino más corto para estar bien va a ser

               siempre mirar hacia dentro y dejarnos sentir las cosas. Problema: ¿cómo
               narices  nos  dejamos  sentir  algo  de  lo  que  llevamos  huyendo  meses?

               Pues  cambiando  el  chip  de  una  vez:  colgando  la  capa  de  Superman,

               aceptando nuestra vulnerabilidad y transformándonos en un bicho bola
               mientras expresamos lo que sentimos sin juzgarnos ni maltratarnos.
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