Page 115 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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verdaderamente quieres escuchar. ¿Cómo?
Observa y siente tu cuerpo.
¿Notas alguna presión o molestia en algún lugar? ¿Hay alguna zona más caliente que
otra?
Apunta en un folio qué sientes en tu cuerpo en diferentes momentos, conócete.
2. La chupas —la galleta—. Reconoces y permites lo que sientes.
En este segundo punto la idea es que te permitas sentir lo que sea
que sientes sin dejarte llevar por tu emoción. ¿Cómo?
Date cuenta de que tú no eres la emoción que estás sintiendo, sepárate de lo que sientes
para poder observarlo y reconocerlo con curiosidad sin que te domine.
Reflexiona sobre lo que te pide hacer la emoción. ¿Quiere que lo revientes todo o que no
salgas de la cama? Apúntalo y permítete sentirlo sin dejarte llevar por ella.
Cuenta lo que sientes a tus seres queridos o exprésalo de otras formas: escribiendo,
pintando, haciendo música, etc., con la idea de afrontar la emoción y dejar de huir de ella.
Puedes ponerle un nombre si quieres, eso a veces ayuda a reconocerla.
3. La sumerges en leche. Sumerges lo que sientes en amabilidad y
cariño.
En este punto la idea es que empieces a hacer las paces con lo que
sientes. ¿Cómo?
Puede ayudar que te imagines a tu emoción como si fuera tu «yo de cinco años», llorando
desconsolado porque necesita que le consuelen.
Háblale a tu emoción como si fuera una amiga, dile que sabes que viene a avisarte de
algo importante y que puede ir y venir cuando quiera (ya sé que esto parece una idiotez,
pero llevas haciendo lo contrario mucho tiempo y no ha funcionado).
Intenta permitirle a tu emoción estar contigo.
Tal vez puedan calmarte estas palabras en el proceso:
«Es normal que me sienta así».
«Tengo derecho a sentirme así».
«Cualquier persona que hubiera vivido lo mismo que yo se sentiría igual que yo».
4. Te la comes. Aceptas y abrazas lo que sientes.