Page 121 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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Necesito subtítulos para entender mis autoengaños.





                  Cuando  somos  niños  conocemos  el  mundo  a  través  del  juego  y  del

               contacto  con  los  iguales  y  con  nuestros  cuidadores.  Necesitamos
               interactuar con diferentes personas y distintos roles para aprender qué

               lugar  ocupamos  en  el  mundo  y  qué  se  espera  de  nosotros  según  las

               diferentes situaciones —en el hogar, en el cole, en casa de un amigo,
               etc.—.  Gracias  a  estas  interacciones  aprendemos  sobre  nosotros.

               Nuestro  cerebro  reacciona  a  lo  que  nos  pasa  con  emociones  y

               sensaciones  y  entonces  asimilamos  qué  juegos  nos  gustan,  qué  nos
               gusta hacer, qué no nos gusta hacer, con qué personas nos gusta jugar

               más, qué cosas nos dan miedo, etc.

                  Cuando  hemos  tenido  una  infancia  difícil  en  la  que  nos  ha  faltado
               tiempo  para  desarrollarnos  con  el  juego  y  las  relaciones  con  otras

               personas es normal que de adultos sintamos que no nos conocemos y, si

               a  eso  le  sumas  que  Ruth  aprendió  a  no  expresar  sus  emociones,  el

               milagro sería que ella supiera qué quiere en la vida.
                  La Ruth adulta sabe que su trabajo no le gusta y que sus amigos y su

               pareja sí le gustan, por tanto, sí que sabe un poco lo que quiere. Aquí

               sería genial profundizar con ella sobre qué aspectos le gustan y no le

               gustan de su pareja y amigos y qué aspectos le gustan y no le gustan de
               su  trabajo.  Para  enseñarle  a  autoconocerse  le  animaríamos  a  estar

               atenta y detectar las sensaciones corporales que le acompañan cuando

               está en esos lugares, con esas personas, y a ponerle un nombre a lo
               que  está  sintiendo,  después  de  explicarle  los  tipos  de  emociones  que

               hay y las sensaciones corporales que las acompañan.

                  También  animaríamos  a  Ruth  a  hacer  actividades  o  aficiones  que
               nunca  hubiera  hecho  antes,  a  comer  comida  que  no  hubiera  comido
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