Page 122 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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antes y a ir a sitios donde nunca hubiera estado antes para aprender
más sobre ella misma, esta vez dándose el espacio para permitírselo.
Mala relación con las emociones
Una emoción que no gestionas es como una alarma del
móvil que no apagas, va a seguir dando por culo.
Las emociones son simples mensajeras que nos obligan en forma de
síntomas a que seamos coherentes de una vez con nosotros mismos.
¿Te acuerdas de lo que expliqué en el primer capítulo sobre cómo
gestionar nuestras mierdas? Pues vamos a verlo un poco en
profundidad.
Cuando intentamos no sentir una emoción difícil no solo no estamos
resolviendo el problema, sino que estamos contribuyendo a hacerlo más
grande porque el cerebro interpreta que eso es importante y te lo va a
traer hasta en la sopa.
Te pongo un ejemplo. Nunca habías tenido miedo mientras duermes,
pero un día nada más meterte en la cama, lo sientes y te preocupas
mucho, por lo que intentas relajarte a la fuerza. Al día siguiente tienes
miedo de que te vuelva a pasar lo mismo y por no querer sentirlo
inconscientemente le estás diciendo al cerebro que eso es importante,
por lo que el cerebro —que quiere que sobrevivas y gestiones todas tus
mierdas cuanto antes— te acaba provocando esas sensaciones que
tanto intentas evitar. En resumen: tratando de evitarlo lo provocas.
A Ruth le ocurre que no sabe cómo gestionar la sensación de malestar
en el trabajo. La define como estrés y al intentar ignorarla y reprimirla
está contribuyendo a que vuelva una y otra vez.