Page 123 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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Aquí podríamos trabajar con ella para que pudiera no solo reconocer
sus sensaciones corporales y ponerles un nombre a sus emociones, sino
también darse el espacio para sentirlas, compartirlas con otras personas,
profundizar para saber qué necesita en realidad y, en caso de que sea
posible, hacer lo que esté en su mano para llenar esa necesidad. Por
ejemplo, sería muy lógico que en su situación sintiera enfado porque ella
siente que le explotan en el trabajo. Podríamos enseñarle a detectar ese
calor y esas ganas de estallar que siente en su cuerpo, validar esas
sensaciones, permitirse sentir el enfado sin dejarse llevar por él y
enseñarle a poner límites asertivos para que su enfado cumpla su
función y se pueda ir.
Uso de la comida como evasión
La respuesta a todos tus problemas siempre va a ser
croquetas.
Si no nos han enseñado a escuchar ni a gestionar sanamente
nuestras emociones, es normal que nuestro mecanismo de defensa sea
hacer lo que sea para que se callen. Para eso podemos usar «parches
emocionales», llamados así porque maquillan o calman
momentáneamente nuestra emoción, pero no la resuelven. Algunos
«parches emocionales» son tomar drogas, hacer ejercicio de manera
compulsiva, ver continuamente redes sociales o darse atracones —como
le pasa a Ruth—.
Un atracón de comida es una ingesta en la que la persona siente
pérdida de control o come más de lo que le gustaría. Los atracones
producen en el cerebro un subidón de una hormona que produce placer,