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E D I T O R E S
CÓMO LLEGAR A UNA EDITORIAL
Consultados por La balandra acerca de las formas o actitudes que pueden
facilitarle al autor novato su primer contacto con una editorial, nueve prestigiosos
editores nos brindan consejos prácticos sobre lo que conviene hacer y lo que no.
Todo autor, en algún momento, siente la nece- muestra basta un botón– que el primer volumen de la
sidad de dar a conocer lo que produce, permitir que saga de Harry Potter fue rechazado por ocho editores.
salga al mundo para así encontrarse con las reacciones ¿Hay algo que el escritor pueda hacer ante este pa-
del público lector ante su trabajo. Llega entonces un norama? Mucho. Y puede hacerlo bien o terriblemen-
momento duro, complejo: el de la primera publica- te mal. Como se verá a continuación, de la mano de
ción. El esfuerzo de años, el fruto de una labor cons- los consejos, ideas y propuestas de nueve editores de
tante, el texto que al fin se ha decidido liberar, quedará reconocida presencia en el mundo editorial argentino,
a partir de allí en manos de la aprobación, la voluntad son tantos los aciertos como las olímpicas metidas de
y la disposición de unas figuras con quien los escrito- pata que la ansiedad y el desconcierto pueden llevar-
res en su conjunto, a lo largo de la historia (al menos le a cometer. De las pautas mínimas de presentación
desde que la literatura se constituye como la conoce- hasta los detalles más finos de esa relación conflictiva,
mos hoy), han guardado relaciones más que conflicti- todo está atravesado por una negociación constante,
vas: los editores. que tanto puede acelerar la marcha como llevarnos a
Del amor al odio, la variedad de relaciones entre encallar definitivamente.
unos y otros alcanzaría para escribir los argumentos De allí en más, claro, también queda la suerte,
de unas cuantas óperas. Llegados a ese momento, es pero el escritor podrá estar seguro de haber hecho lo
bueno recordar que así como el camino al infierno necesario para llevar su trabajo a buen puerto. Con el
está pavimentado de buenas intenciones, no es agua lo sólo propósito de sumar embarcaciones y navegantes,
que agita el mar de la literatura, sino miles y miles de La balandra hace este pequeño aporte, que confiamos
manuscritos rechazados. En su desesperación, más de será de gran utilidad para todo aquel que, en medio de
un escritor ha llegado a preguntarse “¿pero qué quie- la tormenta, grita a viva voz: “un editor, un editor… mi
ren los editores?”, a menudo intercalando un sustanti- barca por un editor”.
vo escatológico que da más fuerza a la pregunta.
La respuesta no es sencilla. Cada editor es un
mundo en sí mismo y la mayoría de las veces sus de-
cisiones no dependen sólo de su criterio, sino también
de los lineamientos de la editorial en la que trabaja.
Los azares que pueden decidir la publicación de un
texto son tan variados e inescrutables como los que
rigen la aparición de cualquier mortal sobre la tierra, y
contra la habitual sospecha, no siempre tienen que ver
con la viabilidad comercial del libro. Recordemos –de