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Rococó, clasicismo y romanticismo
negadora de todo misticismo, su antirromanticismo, su repulsa con
tra todo lo opaco, lo inexplicado y lo inexplicable, su confianza en sí
mismo, su convicción de que todo se puede comprender, resolver y
decidir con el poder de la razón, su escepticismo discreto, su razona
ble conformidad con lo próximo, lo accesible, su comprensión para
la «exigencia del día», su «mais íl faut cultiver notre jardin», todo
esto es burgués, profundamente burgués, aunque no agote la bur
guesía, y aunque el subjetivismo y el sentimentalismo que Rousseau
anunciará sean la otra cara, probablemente de igual importancia, del
espíritu burgués. El gran antagonismo en el seno de la burguesía es
taba dado desde el principio; ios adeptos posteriores de Rousseau
probablemente no formaban todavía un público lector regular cuan
do Voltaire conquistaba sus lectores, pero eran ya una clase social
bastante definida y encontraron luego en Rousseau simplemente su
portavoz.
La burguesía francesa del siglo XVIII no es en modo alguno
más uniforme de lo que lo había sido la italiana de los siglos XV y
XVI. Es cierto que ahora no existe lo que pudiera corresponder a la
lucha de entonces por el dominio de los gremios, pero existe una
oposición tan aguda de intereses económicos entre los distintos es
tratos de la clase burguesa como entonces. Se acostumbra hablar de
la lucha por la libertad y de la revolución del «tercer estado» como
de un movimiento uniforme, pero en realidad la unidad de la bur
guesía se limita a sus fronteras por arriba con la nobleza y por aba
jo con el campesino y con el proletario ciudadano. Dentro de estas
fronteras, la burguesía está dividida en una parte positivamente
privilegiada y otra negativamente privilegiada.
En el siglo XVIII no se habla nunca de los privilegios de la bur
guesía, y se obra como sí de tales ventajas no se supiera nada; pero
los favorecidos se oponen a toda reforma que pudiera extender sus
oportunidades a las clases inferiores 13. La burguesía no quiere otra
cosa que una democracia política, y deja a sus compañeros de lucha
en la estacada tan pronto como la revolución comienza a propugnar
seriamente la igualdad económica. La sociedad de la época está llena
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