Page 18 - Hauser
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Rococó, clasicismo y romanticismo
bocetos de los árboles del Luxemburgo, con escenas de teatro que
podía ver diariamente y con toda seguridad veta, y con tipos carac
terísticos de su propio momento, aunque mágicamente disfrazados.
La profundidad del arte de Watteau se debe a la ambivalencia de su
relación con el mundo, a la expresión de los deseos y las insu
ficiencias simultáneas, al sentimiento continuamente presente de
un inefable paraíso perdido y de una meta inaccesible, al conoci
miento de una patria perdida y a la utópica lejanía de la auténtica
felicidad. Lo que pinta está lleno de melancolía, a pesar de la sen
sualidad y la belleza, de la gozosa entrega a la realidad y de la ale
gría en los bienes terrenos que componen los temas inmediatos de
su arte. Pinta en todo la escondida tragedia de una sociedad que pe
rece a manos de la naturaleza irrealizable de sus deseos. Pero no es
todavía en modo alguno el sentimiento rousseauniano ni la nostal
gia del estado natural, sino, por el contrario, un deseo de una cul
tura completa, de un tranquilo y seguro gozo de vivir lo que ex
presa. Watteau descubre en la fete galante la festiva convivencia de
los enamorados y de las cortes de amor, la forma adecuada a su nue
vo sentido de la vida, que está compuesto al presente de optimis
mo y pesimismo, de alegría y tedio.
El elemento predominante de esta fete galante, que es siempre
una fete cbampétre y representa la diversión de gente joven que lle
va, entre música, baile y canciones, la descuidada existencia de los
pastores y pastoras de Teócrito, es el elemento bucólico. Describe
ia paz campesina, el refugio contra el gran mundo y el abandono
de sí mismo en la felicidad del amor. Pero ya no es el ideal de una
existencia idílica, contemplativa y frugal lo que atrae al artista,
sino el ideal arcádico de una identidad entre naturaleza y civili
zación, belleza y espiritualidad, sensualidad e inteligencia. Tampo
co este ideal es nuevo absolutamente, desde luego; modifica sim
plemente la forma de los poetas latinos de la era de los Césares, que
habían asociado la leyenda de la Edad de Oro con la idea pastoril.
Solamente es nuevo frente a la versión latina el que ahora el m un
do bucólico se disfrace de manera mundana y los pastores y pasto
ras lleven elegantes trajes de la época, limitándose la situación pas
toril a la conversación de los amantes, al marco de 1a naturaleza y
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