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Rococó,  clasicismo y  romanticismo








                    bocetos  de  los  árboles  del  Luxemburgo,  con  escenas  de  teatro que


                   podía ver diariamente y con toda seguridad veta, y con tipos carac­


                    terísticos de su propio momento, aunque mágicamente disfrazados.



                   La profundidad del arte de Watteau se debe a la ambivalencia de su


                   relación  con  el  mundo,  a  la  expresión  de  los  deseos  y  las  insu­


                    ficiencias  simultáneas,  al  sentimiento  continuamente  presente  de


                    un  inefable  paraíso perdido  y  de  una  meta  inaccesible,  al  conoci­



                    miento de  una patria perdida y a la utópica lejanía de  la auténtica


                    felicidad.  Lo que pinta está lleno de melancolía,  a pesar de  la sen­


                   sualidad  y la belleza, de la gozosa entrega a la realidad y de  la ale­



                   gría en  los  bienes terrenos que  componen  los temas  inmediatos de


                   su arte. Pinta en todo la escondida tragedia de una sociedad que pe­


                    rece a manos de la naturaleza irrealizable de sus deseos.  Pero no es


                   todavía en modo alguno el sentimiento rousseauniano ni  la nostal­



                   gia del estado natural,  sino,  por  el  contrario,  un deseo de  una cul­


                   tura  completa,  de  un  tranquilo  y  seguro  gozo  de  vivir  lo  que  ex­


                   presa.  Watteau descubre  en  la fete galante la  festiva  convivencia de



                   los enamorados y de las cortes de amor, la forma adecuada a su nue­


                   vo sentido  de  la vida,  que  está compuesto  al  presente  de  optimis­


                   mo y pesimismo, de alegría y tedio.


                              El elemento predominante de esta fete galante,  que es siempre



                    una fete cbampétre y  representa la diversión  de  gente  joven  que  lle­


                   va,  entre música,  baile y canciones,  la descuidada existencia de  los


                   pastores  y  pastoras  de  Teócrito,  es  el  elemento  bucólico.  Describe



                   ia  paz  campesina,  el  refugio contra  el  gran  mundo  y  el  abandono


                   de sí mismo en  la felicidad  del  amor.  Pero ya no es el  ideal de una


                   existencia  idílica,  contemplativa  y  frugal  lo  que  atrae  al  artista,


                   sino  el  ideal  arcádico  de  una  identidad  entre  naturaleza  y  civili­



                   zación, belleza y espiritualidad, sensualidad e inteligencia. Tampo­


                   co  este  ideal  es  nuevo  absolutamente,  desde  luego;  modifica  sim­


                   plemente la forma de los poetas latinos de la era de los Césares, que



                   habían asociado  la leyenda de la Edad  de  Oro  con  la  idea pastoril.


                   Solamente es  nuevo frente a  la versión latina el que  ahora el  m un­


                   do bucólico se disfrace de manera mundana y  los pastores  y pasto­


                   ras lleven elegantes trajes de la época, limitándose la situación pas­



                   toril  a  la conversación  de  los  amantes,  al  marco  de  1a  naturaleza y






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