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Historia social  de  la  literatura  y  el  arte








                       también en  las pastourelles francesas una fantasía deseosa de liberar­


                       se de las formas demasiado rígidas y convencionales del erotismo 26.


                       Cuando el caballero declara su amor a la pastora, se siente relevado



                       de los mandamientos del amor cortesano, de la fidelidad, de la cas­


                       tidad  y de  la discreción.  Su deseo  carece en  absoluto de problemas


                       y, a pesar de  toda su impulsividad, da impresión de inocencia com­


                       parado con la forzada pureza del amor cortesano. Pero la escena del



                       caballero solicitando el  favor de  ia pastora es  completamente  con­


                       vencional  y  no  conserva  ya  huellas  de  la  voz  de  la  naturaleza  que


                       aparecía  en  Teócrito.  Además de  las  figuras  principales,  y,  si  es  el



                       caso,  del  pastor  celoso,  hay  a  lo  sumo como  requisito  escénico  un


                       par de ovejas; de la atmósfera de los bosques y los prados, de la dis­


                       posición de ánimo de la recolección y la vendimia, del perfume de


                       la  leche  y  de  la  miel,  ya  no  quedan  huellas  2á.  Ciertos  elementos



                       de  la  bucólica  clásica  habrán  penetrado  con  la ganga  de  las  remi­


                       niscencias de  los  poetas  de  la antigüedad  incluso en  las pastorales,


                      pero  no  se  puede  establecer  una  influencia  directa  de  la  antigua



                      poesía pastoril en la literatura francesa antes de la difusión del  Re­


                      nacimiento italiano y de la cultura cortesana borgoñona.  Y esta in­


                      fluencia no se hace profunda hasta la moda general de ia novela pas­


                      toril  italiana y española y el  triunfo del  manierismo 25. Aminta,  de



                      Tasso, 11 Pastor fido,  de  Guarini,  la Diana,  de Montemayor,  son ios


                      modelos  imitados  por  los  franceses,  principalmente  por  Honoré


                      d ’Urfé, el  cual, siguiendo a  italianos y españoles, quiso dar con  su



                      Astrea antes que nada un manual  de etiqueta social  internacional y


                      un  espejo de  las  costumbres  educadas.  La  obra  es  considerada  con


                      razón como ia escuela en la que los rudos señores feudales y los sol­


                      dados del tiempo de Enrique IV se convirtieron en miembros de ia



                      cultivada  sociedad  francesa,  y  debe  su  existencia  ai  mismo  mo­


                      vimiento  que  hizo  surgir  los  primeros  «salones»  y  del  cual  brotó


                                                                                                      .
                      la cultura preciosista del siglo X V II2Ó Astrea es indudablemente la






                                21  J.  Huizinga,  Herbst  def  Mittelalters.  1928,  pág,  185.  (Ed.  cast.,  El otoño de  la


                     Edad Media,)

                                21  M  Fauriel, Hist.  de la poésieprov,t  1846,  II, págs.  91-92.

                                2> Mussia Eisenstadt,  Watteau’s Féles galantes,  1930,  pág.  98.


                                16  G.  Lanson, Hist.  de la lilt. fran$.,  ) 909»  1 1 / ed., págs.  373-374.





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