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Rococó, clasicismo y romanticismo
motor de la acción y sigue siéndolo durante más de tres siglos ,52.
I.a literatura épica y dramática es desde el Barroco fundamen-
nilmente poesía amorosa; sólo en los últimos tiempos han sido per
ceptibles ciertos signos de un cambio. En Amadís el amor gana ya
la primacía al heroísmo, pero Céladon es el primer héroe amoroso
en el sentido actual, el primer esclavo de su pasión, indefenso, an-
i ¡heroico, el antepasado del Chevalier des Grieux y el antecesor de
Werther.
La novela pastoril francesa del siglo XVII constituye la lectu
ra de una época cansada; la sociedad agotada en las guerras civiles
descansa de sus fatigas leyendo las bellas y alambicadas conversa
ciones de los pastores enamorados. Pero tan pronto como se ha re
cobrado y las guerras de conquista de Luis XIV despiertan en ella
nuevas ambiciones, comienza la reacción contra la novela precio
sista, cuya repulsa va de la mano con los ataques al preciosismo por
parte de Boileau y Moliere. A La novela pastoril de D ’Urfé siguen la
novela heroica y la novela amorosa de La Calprenéde y Mademoi-
selle de Scudéry, un género que enlaza con los hilos andrajosos de
la novela de Amadís. La novela maneja de nuevo sucesos auténti
cos, describe países lejanos y pueblos extraños, y presenta figuras
importantes e impresionantes y caracteres que imponen. Pero su
heroísmo no consiste ya en la temeridad romántica de la novela ca
balleresca, sino en la estricta conciencia del deber de la tragedia de
Corneille. La novela heroica de La Calprenéde quería ser, como el
drama cortesano, una escuela de energía y de magnanimidad; pero
el mismo ideal humano y la misma ética trágico-heroica de Cor
neille se expresaban también en La princesa de Cleves, de Madame de
La Fayette. También aquí se trataba del conflicto entre el honor y
la pasión, y también aquí el deber vencía al amor. Nos encontra
mos por todas partes, en este tiempo impulsado al heroísmo, con el
mismo análisis claro de los motivos de la voluntad, con idéntica di
sección racionalista de la pasión, con la misma estricta dialéctica de
las ideas morales. Tal vez se encuentra aquí y allá en Madame de La
Fayette un rasgo más íntimo, un matiz más personal, un aspecto
52 Cf. Perir de Julleville, Hist. de la Hit. fran$., IV, 1897, pág. 419.
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