Page 32 - Hauser
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Rococó, clasicismo y romanticismo
nodo de transición y transformación. Como novelista se adhiere
por completo a la dirección progresista burguesa, pero como co
mediógrafo reviste sus observaciones psicológicas todavía con las
viejas formas de las obras de intriga. La novedad, sin embargo, está
en que el amor, que hasta ahora desempeñaba siempre en la come
dia un papel accesorio, pasa al centro de la acción í4, y, con la con
quista de esta última posición importante, completa su entrada
triunfal en la nueva literatura; esta evolución hay que agradecerla a
la circunstancia de que ahora también las figuras de la comedia se
tornan más complicadas, y el amor mismo adquiere una figura tan
distinta que los cómicos rasgos que tenía en la comedia en nada
perjudican su seriedad y su sublimidad. Pero es nuevo sobre todo
en Marivaux como escritor de comedias el afán de describir a sus
personajes como socialmente condicionados y dirigidos por la di
námica directa de su situación social 35. Pues así como en las figu
ras de Moliere, si bien están enamoradas, no es su enamoramiento
el motivo en torno al que giran las obras, así también es eviden
te el condicionamiento social de su naturaleza, pero nunca es éste el
origen del conflicto dramático. En El juego del amor y del azar, de
Marivaux, por el contrario, toda la acción se mueve en torno a un
juego con las apariencias sociales, es decir en tomo a la cuestión de
si las figuras principales son efectivamente los criados, de lo que se
han disfrazado, o lo son los señores, que encubren serlo.
A Marivaux se lo ha comparado frecuentemenle con Watteau,
y la semejanza de su elocución ingeniosa y picante sugiere efecti
vamente la comparación. Pero ambos nos sitúan ante el mismo pro
blema sociológico-artístico, pues, aunque ambos se expresan en la
más completa consonancia con las formas mantenidas por los con
vencionalismos de la buena sociedad, sin embargo ninguno de los
dos alcanza el éxito que debería esperarse. Watteau fue durante su
vida realmente estimado por pocos, y Marivaux, como es sabido,
fracasó repetidas veces con sus obras. Los contemporáneos encon
traban su lenguaje complicado, rebuscado y oscuro, y calificaban de
M Émile Faguet, Dixhuit 'teme siecle, 1890, pág. 123-
Arthur Elósser, Das bürgerliche Drama. 1898, pág. 65.
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