Page 31 - Hauser
P. 31

Historia social de  la  literatura y el  arte







                           amor es otra vez una desgracia, una enfermedad, una afrenta, como


                           antaño  en  los  poetas  latinos.  Evoluciona  hacia  el  amour-passion  de



                           Stendhal  y  adopta  los  rasgos  patológicos que  caracerizarán  la poe­


                           sía amorosa  del  siglo  XIX.  Marivaux  no  conoce  todavía  la  fuerza


                           del amor que cae sobre sus víctimas como un animal feroz y  no las


                           suelta; pero en Prévost el amor ha tomado ya posesión de las almas.



                           La era del  amor  caballeresco ha  tocado a su  fin;  comienza  la  lucha


                           contra  el  matrimonio  desigual.  La degradación  del  amor sirve  en­


                           tonces como  mecanismo  de defensa social.  La  estabilidad  de  la so­



                           ciedad feudal de la Edad Media, e incluso la de la sociedad cortesa­


                           na del siglo XVII,  no había sido amenazada todavía por el  peligro


                           del amor; no necesitaban aún semejante mecanismo de defensa con­


                           tra los excesos de los hijos pródigos.  Pero ahora, cuando las fronte­



                           ras entre las castas sociales son traspasadas  cada vez más frecuente­


                           mente,  y  no  sólo  la  nobleza,  sino  también  la  burguesía  tiene  que


                           defender una posición social privilegiada, comienza la excomunión



                           del  desordenado  y  desbordante  amor pasional  que  amenaza  el  or­


                           den social  existente,  y surge  una literatura que  conduce finalmen­


                           te a La dama de las camelias y a nuestras películas con Greta Garbo.


                           Prévost  es  indudablemente  aún  el  instrumento  inconsciente  del



                          conservadurismo,  al  que  Dumas  hijo  sirve  ya  conscientemente  y


                          con plena convicción.


                                     El  exhibicionismo  de  Rousseau  se  anuncia  ya  en  Manon  Les-



                          caut,  de Prévost.  El  héroe de la novela no se avergüenza lo más m í­


                          nimo de 1a descripción de su poco glorioso amor y muestra un pla­


                          cer masoquista en la confesión de su falta de carácter. La preferencia


                          por tales figuras,  «mezcla de bajeza y grandeza, despreciables y es­



                          timables»,  como  Lessing  dirá  refiriéndose  a  Werther,  se  muestra


                          por lo demás ya en Marivaux.  El creador de La vida de Mariana co­


                          noce  ya  las  pequeñas  debilidades  incluso  de  las  grandes  almas  y



                          pinta no sólo a su M.  de  Climal  como  una  naturaleza en  la que  se


                          mezclan rasgos atractivos y repulsivos, sino que describe también a


                          su heroína como un personaje del que uno no sabe qué decir. Es una


                          muchacha honesta y sincera, pero no es  tan imprudente como para



                          decir  o  hacer  algo  que  pueda  perjudicarla.  Conoce  sus  triunfos  y


                         sabe  aprovecharlos.  Marivaux  es  el  representante  típico  de  un pe-






                                                                                              36
   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36