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Historia social de la literatura y el arte
amor es otra vez una desgracia, una enfermedad, una afrenta, como
antaño en los poetas latinos. Evoluciona hacia el amour-passion de
Stendhal y adopta los rasgos patológicos que caracerizarán la poe
sía amorosa del siglo XIX. Marivaux no conoce todavía la fuerza
del amor que cae sobre sus víctimas como un animal feroz y no las
suelta; pero en Prévost el amor ha tomado ya posesión de las almas.
La era del amor caballeresco ha tocado a su fin; comienza la lucha
contra el matrimonio desigual. La degradación del amor sirve en
tonces como mecanismo de defensa social. La estabilidad de la so
ciedad feudal de la Edad Media, e incluso la de la sociedad cortesa
na del siglo XVII, no había sido amenazada todavía por el peligro
del amor; no necesitaban aún semejante mecanismo de defensa con
tra los excesos de los hijos pródigos. Pero ahora, cuando las fronte
ras entre las castas sociales son traspasadas cada vez más frecuente
mente, y no sólo la nobleza, sino también la burguesía tiene que
defender una posición social privilegiada, comienza la excomunión
del desordenado y desbordante amor pasional que amenaza el or
den social existente, y surge una literatura que conduce finalmen
te a La dama de las camelias y a nuestras películas con Greta Garbo.
Prévost es indudablemente aún el instrumento inconsciente del
conservadurismo, al que Dumas hijo sirve ya conscientemente y
con plena convicción.
El exhibicionismo de Rousseau se anuncia ya en Manon Les-
caut, de Prévost. El héroe de la novela no se avergüenza lo más m í
nimo de 1a descripción de su poco glorioso amor y muestra un pla
cer masoquista en la confesión de su falta de carácter. La preferencia
por tales figuras, «mezcla de bajeza y grandeza, despreciables y es
timables», como Lessing dirá refiriéndose a Werther, se muestra
por lo demás ya en Marivaux. El creador de La vida de Mariana co
noce ya las pequeñas debilidades incluso de las grandes almas y
pinta no sólo a su M. de Climal como una naturaleza en la que se
mezclan rasgos atractivos y repulsivos, sino que describe también a
su heroína como un personaje del que uno no sabe qué decir. Es una
muchacha honesta y sincera, pero no es tan imprudente como para
decir o hacer algo que pueda perjudicarla. Conoce sus triunfos y
sabe aprovecharlos. Marivaux es el representante típico de un pe-
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