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Historia social  de  la literatura y el  arte








                         más  ágil  del  desarrollo  de  los  sentimientos,  pero  incluso  en  ella


                         todo parece movido por la aguda luz de la conciencia y de la razón


                         analítica.  Los amantes  no están  ni  un  momento  indefensos ante su



                         pasión,  no  son  incurables,  ni  perdidos  irremisiblemente,  como


                         René y Werther,  e  incluso ya Des Grieux y  Saint-Preux.


                                   Pero junto a estas formas bucólico-idílicas y heroico-amorosas


                         hay  también  en  el  siglo  XVII  ciertos  fenómenos  que  anuncian  la



                         novela burguesa posterior.  Hay, sobre todo, la novela picaresca, que


                         se diferencia de  los tipos  mundanos principalmente por la realidad



                         cotidiana de sus temas y por su preferencia por los  bajos  fondos de


                         la vida.  G il Blas  y  El diablo cojudo pertenecen  todavía a este géne­


                         ro,  e  incluso  en  las  novelas  de  Stendhal  y  Balzac  ciertos  rasgos  re­


                        cuerdan todavía el mosaico colorista de los cuadros de la vida pica­



                        resca.  En el  siglo XVII se leen aún durante  mucho  tiempo novelas


                        preciosistas, se leen incluso hasta bien entrado el siglo XVIII, pero


                        no se escribe ya ninguna a partir de  1660, aproximadamente 35.  El



                        estilo  ingenioso,  rebuscado  y  aristocráticamente  afectado  cede  el


                        paso a  un  tono más  natural  y  más  burgués.  Furetiére  llama ya ex­


                        presamente román bourgeois a su-novela antiheroica  y  antirrománti-


                        ca, escrita a la manera picaresca.  Esta designación, sin embargo, se



                        justifica  sólo  por  los  temas  descritos,  pues  la  obra  es  todavía  una


                        mera  yuxtaposición  de  episodios,  bocetos  y  caricaturas,  e  incluso


                        con una forma que no conoce la concentrada acción «dramática»  de



                        la novela moderna, que gira en torno al destino de una figura prin­


                        cipal  y absorbe totalmente  el  interés del  lector.


                                  La novela,  que  en el  siglo XVII  representa una  forma de  me­


                        nos valor y en muchos aspectos reaccionaria a pesar de su populari­



                       dad,  se  convierte  en  el  siglo  XVIII  en  el género  predominante,  al


                       que  no  sólo  pertenecen  las  obras  literarias  más  significativas,  sino


                       en  el  que  tiene  lugar  la  más  importante  evolución  literaria  real­



                       mente progresista. El siglo XVIII es la época de la novela realmen­


                       te porque es una época de psicología.  Lesage, Voltaire, Prévost, La­


                       cios,  Diderot,  Rousseau  rezuman  observaciones  psicológicas,  y


                       Marivaux  está  poseído  ni  más  ni  menos  que  de  una  manía  por  la








                                  M  Ibid.,  IV, pág.  459;  V, pág.  550.





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