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Rococó, clasicismo y romanticismo
cumbre del desarrollo que había comenzado con las pastorales del
Renacimiento. A nadie se le ocurre ya, a la vista de las elegantes
damas y caballeros que, vestidos de pastores y pastoras, conversan
ingeniosamente y ventilan discretas cuestiones amorosas, pensar en
el pueblo simple. La ficción ha perdido toda relación con la reali
dad y se ha convertido en un puro juego de sociedad. Lo pastoril no
es más que una mascarada con la que se pretende desprenderse por
un momento de la acostumbrada realidad y del yo cotidiano.
Los fetes galantes de Watteau tienen, desde luego, poca seme
janza con esta poesía. En la novela pastoril las escenas amorosas
campesinas, con sus satisfacciones eróticas y su ritual amoroso,
constituyen la totalidad del ideal, mientras que en los cuadros de
Watteau, por el contrario, todo el erotismo no es sino una estación
intermedia en el camino hacia la meta verdadera, es sólo la prepa
ración para el viaje a aquella Citerea que está siempre en una nebu
losa y misteriosa lejanía. La poesía pastoril, además, está en de
cadencia en Francia precisamente cuando W atteau pinta sus
cuadros; el maestro no recibe de ella estímulo directo alguno. In
cluso en la pintura no aparecen escenas de la vida pastoril como
motivo propio de la representación en general hasta el siglo XVIII.
Ciertamente no son una rareza los motivos bucólicos como acceso
rios en representaciones bíblicas y mitológicas, pero tienen un ori
gen propio, completamente distinto de la idea pastoril. La versión
«giorgionesca», con su tendencia elegiaca, recuerda por cierto, de
modo bien marcado, a Watteau 27, pero carece tanto del fondo eró
tico como del martirizante sentimiento de tensión entre naturale
za y civilización. En el mismo Poussin el parentesco con Watteau
es sólo aparente. Es verdad que Poussin describe la Arcadia de ma
nera muy sentida, pero sin referencia directa a la vida pastoril; el
tema sigue siendo clásico y mitológico, y, en correspondencia con
el espíritu del clasicismo latino, produce una impresión funda
mentalmente heroica. Motivos pastoriles aparecen independiente
mente en el arte francés del siglo XVII sólo en las tapicerías, que
trataron siempre con preferencia los cuadros de la vida campestre,
27 Cf. Aibert Dresdner, Von Giorgione zum Rokoko, en «Preuss. Jahrb.», 1910, vol,
140; Werner Weisbach, El in Arcadia ego. en Die Antique, Vi, 1930, pág. 140.
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