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Rococó, clasicismo y romanticismo
llevan adheridas en el idilio, la novela y el drama pastoril 22. Pero
este fenómeno es comprensible sin más si se piensa que la novela es
literatura burguesa por excelencia, y, como tal, tiene una tendencia
naturalista, mientras que la poesía pastoril, por el contrario, repre
senta un género cortesano-aristocrático y se inclina al romanticis
mo. Esta tendencia romántica predomina siempre en las pastorales
de Lorenzo de Médici, de Jacobo Sannazzaro, de Castiglione, de
Ariosto, de Tasso, de Guarini y de Marino, y demuestra que la
moda literaria se rige por el mismo patrón en todas las cortes re
nacentistas italianas, sean Florencia, Nápoles, Urbino, Ferrara o
Bolonia. La poesía pastoril es aquí generalmente el espejo de la vida
cortesana y sirve al lector como modelo de las formas de trato ga
lante. Nadie toma ya lo pastoril en sentido literal; el convenciona
lismo del atuendo pastoril es evidente, y como el sentido original
del género -la negación de la vida supercivilizada- queda ya en el
pasado, se rechazan las formas cortesanas por su estrechez, pero no
por su artificiosidad y su refinamiento.
Es comprensible que esta poesía pastoril, con sus sutilezas y su
alegoría, su mezcla de lo ajeno y lo próximo, de lo inmediato y lo
insólito, sea uno de los géneros preferidos del manierismo, y que en
España, el país clásico de la etiqueta cortesana y del manierismo, se
cultivara con el mayor cariño. En primer lugar, se continúan aquí
los modelos italianos, que se extienden a todo Occidente con las
formas de vida cortesana, pero pronto se impone la peculiaridad del
país, que se expresa en la combinación ejemplar de ios elementos
de la novela caballeresca y la pastoril. Esta forma híbrida española
romántico-bucólica se convierte en el puente entre la novela pasto
ril italiana y la francesa, que domina la evolución posterior del gé- '
ñero.
El principio de la novela pastoril francesa se retrotrae a la
Edad Media y surge ante nosotros por vez primera en el siglo XIII
en forma complicada, heterogénea, dependiente de la lírica corte
sana caballeresca. Lo mismo que parcialmente ocurre ya en los idi
lios y las églogas de la antigüedad clásica, la situación bucólica es
22 W. W. Greg, op. ái., pág. 66.
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