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Historia social de  la  literatura y  el  arte








                  decesores;  vive en  París,  no en  Versalles,  y  expresa con  ello  la vic­


                   toria de la  «ciudad»  sobre la  «corte»  17.


                             En el favor del público progresista ocupan las galantes escenas



                  de  sociedad  de  Watteau  el  lugar  de  los  cuadros  ceremoniales  reli­


                  giosos e  históricos,  y el  cambio de gusto del  siglo se expresa de  la


                  manera más clara en este tránsito de Le Brun al maestro de las fetes



                  galantes.  La formación  del  nuevo  público, compuesto por la aristo­


                  cracia de  ideas  progresistas  y  la gran  burguesía  devota  del  arte,  el


                  volverse problemática la autoridad artística hasta ahora reconocida,


                  así como la liquidación de la vieja temática estrictamente limitada,



                  contribuyen  a  hacer  posible  la  aparición  del  más  grande  pintor


                  francés  anterior  al  siglo  XIX.  El  genio  pictórico  que  la  época  de


                  Luis  XIV  no  fue  capaz  de  hacer  surgir con  sus  encargos  oficiales,



                  sus estipendios, sus pensiones, su Academia,  su Escuela de Roma y


                  su manufactura real, lo produce la aturdida, frívola y arruinada Re­


                  gencia con su  impiedad  y  su  indisciplina.  Watteau,  que había  na­


                  cido en  Flandes y continúa la tradición de Rubens, es desde el gó­



                  tico el primer maestro de la pintura completamente  «francés».  En


                  los dos últimos siglos anteriores a su aparición, el arte francés esta­


                  ba bajo influencias extrañas.  Renacimiento,  manierismo y  Barroco



                  eran  importaciones  italianas  y  holandesas.  Pues  en  Francia,  donde


                  toda  la vida cortesana se  regía en  un principio por moldes  extran­


                  jeros,  también el  ceremonial cortesano y  la propaganda monárqui­


                  ca se  expresaban  en  formas artísticas  foráneas,  principalmente  ita­



                  lianas.  Estas  formas  se  unieron  tan  íntimamente  con  la  idea  de  la


                  realeza y de  la corte que adquirieron  una tenacidad  institucional  y


                  no  pudieron  ser  desarraigadas  mientras  la  corte  no  cesó  de  ser  el



                  centro de la vida artística.


                            Watteau pintaba la vida de una sociedad que él sólo podía m i­


                  rar  desde  fuera,  representaba  un  ideal  de  vida  que  sólo  externa­


                  mente  podía  estar  en  contacto  con  sus  propios  designios  vitales,



                 configuraba una  utopía de  la libertad  que sólo podía tener corres­


                 pondencia analógica con su idea subjetiva de la libertad, pero crea­


                  ba  estas  visiones  con  los  elementos  de  su  experiencia  directa,  con









                            17 Louis Houmcq> Im peinture fran$.  au X V Ilie sifc/e,  1939, pág.  15.




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