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Historia social de  la  literatura y  el  arte







                     propios medios de expresión y ya no es capaz de mantenerse en so­



                     luciones  fijas  y  preparadas  de  antemano;  toda  forma  previamente


                     existente  le parece  una  traba en  vez de una ayuda.  El  impresionis­


                     mo,  es  cierto,  alcanza  de  nuevo  validez  universal,  pero  también  la


                     relación  individual  del  artista con  este  estilo  no  carece de  proble­



                     mas,  y  no hay  una fórmula impresionista en  el  sentido del  rococó.


                     En  la segunda mitad  del  siglo XVIII  se  ha  realizado  una transfor­


                     mación  revolucionaria.  La aparición  de  la  burguesía  moderna  con



                    su  individualismo  y  su pasión por  la  originalidad  ha suprimido  la


                     idea del estilo como comunidad espiritual consciente y deliberada,


                     y ha dado el sentido actual  a la idea de la propiedad intelectual.


                               Boucher es  el  hombre más  importante  en  relación  con  el  ori­



                    gen  de las  fórmulas  del rococó y de aquella  técnica virtuosista que


                    da al arte de un Fragonard y de un Guardi una seguridad en la eje­


                    cución  que parece propia de  un sonámbulo.  Él  es  el  representante



                     individualmente  insignificante  de  un  convencionalismo  insólita­


                     mente significativo, y representa este convencionalismo de manera


                    tan perfecta que adquiere  una  influencia que  ningún artista  había


                    podido igualar desde Le  Brun.  Es el  maestro inigualable del géne­



                     ro  erótico,  del  genero  pictórico  más  buscado  por  los fermiers géné-


                    raux,  por  los  nouveaux fiches y  los  círculos  liberales  cortesanos, y  el


                    creador  de  aquella  mitología  galante  que,  junto a  las fetes galantes



                    de Watteau,  contiene los  temas más importantes de la pintura del


                    rococó.  Lleva  los  motivos  eróticos  de  la pintura a  las  artes  gráficas


                    y  a  todo  el  arte  industrial  y  hace  de  «la peinture  des  seins  et  des


                    culs»  un  estilo nacional.  Naturalmente,  no es en  absoluto  la  tota­



                    lidad de la Francia entendida en arce la que ve en Boucher a su pin­


                    tor; hay ya en el país  una burguesía media ilustrada que tiene hace


                    tiempo opinión propia  en  la  literatura,  y  que  ahora sigue también



                    en arte su propio camino.  Greuze y Chardin pintan sus cuadros di­


                    dácticos y realistas para este público. Naturalmente,  no sólo tienen


                    sus clientes en la clase media, sino también en los círculos que per­


                    tenecen al público de Boucher y Fragonard. El mismo Fragonard se



                    rige frecuentemente por el gusto que los pintores  burgueses tratan


                    de  complacer,  y  aun  en  Boucher  se  encuentran  temas  que  están


                    muy cerca del mundo de estos pintores.  Su Desayuno,  en el Louvre,







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