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Rococó, clasicismo  y  romanticismo








         no  tiene  naturaleza,  sino que tiene...  historia...»  177.  Esto, a prime­


         ra  vista,  no  suena  alentador;  sin  embargo,  nos  encontramos  tam ­



         bién  ahora,  como  en  todo el  romanticismo,  con  una postura  equí­


        voca que está entre el optimismo y el pesimismo, entre el activismo


         y  el  fatalismo, y que puede ser  reivindicada por ambas partes.


                   Con  el  arte  hermenéutico  del  romanticismo,  con  su  visión



         para  las  afinidades  históricas  y  su sensibilidad  para  con  lo  proble­


         mático y  lo discutible en  la historia,  sin embargo,  hemos  heredado


         también  su  misticismo  histórico,  su  personificación y  mitologiza-



         ción  de  las  fuerzas  históricas;  en  otras  palabras,  la  idea  de  que  los


         fenómenos  históricos  no son  sino funciones,  manifestaciones  y en­


         carnaciones de principios  independientes.  Este  modo de pensar  ha


         sido  llamado  de  manera  muy  clara  y  expresiva  «lógica  emanatis-



         ta»  17S, y con ello se ha aludido no sólo a la concepción abstracta de


         la  historia, sino al  mismo tiempo a la metafísica con frecuencia in­


         consciente  que  semejante  método  implica.  La  historia  aparece  se­



         gún  esta  lógica  como  una  esfera  dominada  por  fuerzas  anónimas,


         como  un  sustrato de  ideas  más  elevadas,  las  cuales  en  los  fenóme­


         nos  históricos  individuales  se  expresan  sólo de manera  imperfecta.


         Y esta metafísica platónica encuentra expresión no sólo  en  las teo­



         rías  románticas,  pasadas de  moda ya,  del  espíritu popular,  la épica


         popular,  las  literaturas  nacionales  y el  arte  cristiano,  sino  también


         todavía  en  el  concepto  de  la  «intención  artística»  (Kunstwollen).



         Pues incluso Riegl está todavía bajo el hechizo del misticismo con­


         ceptual  y  la  neumática  concepción  de  la  historia  propios  del  ro­


         manticismo. Él se imagina la intención artística de una época como


         si se tratara de una persona operante que pusiera en vigencia sus in­



          tenciones  luchando  frecuentemente  contra  la oposición  más  cerra­


         da, y se impusiera a veces sin saberlo, incluso contra la voluntad de


         sus  propios  mantenedores.  Considera  ios  grandes  estilos  históricos



         como  individuos  independientes,  no  permutables  y  no  compara-







                    177  O rtega  y  Gas ser, José, History as a System,  en  Philosopby and History,  Essays pre-

         scnted to Erm t Cassirer,  ed.  por  R.  K libansky  y J.  H .  Patón,  1936, pág.  313  (Obras Com­


         pletas,  2.a ed., VI,  pág.  41).


                    l~HEm il  Lask, Ficbtes Idealismos unddie Geschichter  1902* págs.  36 sigs.,  83 sigs.; cf.
          Erich  R othacker, Einleitung in die Geschkhtsxvissenschaften,  1920,  págs.  116-118.





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