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Rococó,  clasicismo y  romanticismo







                   Riegl  y  Wólfflin,  se  romantiza  y  simplifica  más  aún  un  proceso


                   histórico  que  es  en  realidad  mucho  más  complejo,  y  se  hace de  la


                   concepción materialista de la historia una mera variante de la lógi­



                   ca emanatista de la historia.


                             El  sentido  auténtico  del  materialismo  histórico  y  al  mismo


                   tiempo  el  progreso  más  significativo  de  la  filosofía  de  la  historia



                   desde  el  romanticismo  consiste  más  bien  en  el  descubrimiento  de


                   que  el desarrollo  histórico  tiene su  origen  no  en  principios  forma­


                   les,  ideas y entidades, no en sustancias que se desarrollan y engen­



                   dran en el curso de la historia simplemente  «modificaciones»  de su


                   esencia fundamentalmente  ahistórica,  sino  de que  el  desarrollo re­


                   presenta un  proceso dialéctico en  el que  todo factor está en  estado


                   de movimiento y sujeto a un constante cambio de significación, en



                   el que no hay nada estático,  nada que tenga valor intemporal, pero


                   tampoco  nada  unilateralmente activo,  sino  que  la  totalidad  de  los


                   factores, materiales y espirituales, económicos o ideales, están liga­



                   dos en  una  indisoluble interdependencia,  y de que  nosotros  no po­


                   demos  en lo  más  mínimo  retroceder en el  tiempo a  ningún punto


                   en  el  que  la  situación  históricamente definible  no  haya  sido  ya  el


                   resultado de esta acción recíproca.  Incluso la economía más primi­



                   tiva  es  ya economía organizada,  lo cual, sin  embargo,  no  modifica


                   en nada el hecho de que en su análisis hayamos de partir de las con­


                   diciones  previas  materiales,  las  cuales,  en  contraste  con  las  formas



                   de organización intelectual, son independientes y comprensibles en


                   sí mismas.


                             El  historicismo,  que  estaba  ligado  con una nueva orientación


                   de la cultura, expresaba el resultado de profundos cambios existen-



                   ciales y correspondía a una revolución que estremecía la sociedad en


                   sus  fundamentos. La revolución política había abolido las antiguas


                   barreras entre las clases, y la revolución  económica había  intensifi­



                   cado  la movilidad  de la vida hasta un grado inconcebible anterior­


                   mente.  El romanticismo era la ideología de la nueva sociedad y ex­


                   presaba  la  concepción  del  mundo  de  una  generación  que  no  creía


                   ya en  ningún valor absoluto,  que  no quería creer ya en  ningún va­



                    lor sin acordarse de su relatividad y de su determinación  histórica.


                    Veía  todas  las  cosas  ligadas a premisas  históricas  porque  había ex­






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