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Historia social de la literatura y el arte
tos y falaces; por esto se inclinaban, a pesar de su esteticismo, a la
depreciación de la obra de arte como forma dominada y autosufi-
ciente. Su excentricidad y su arbitrariedad, sus mezclas y combina
ciones de las arres, la naturaleza improvisada y fragmentaria de su
modo de expresión eran sólo síntomas de este sentido dinámico de
la vida al que debían toda su genialidad, su sensibilidad realzada y
su clarividencia histórica. Desde la Revolución, el individuo había
perdido todo apoyo externo; dependía de sí mismo, tenía que bus
car puntos de apoyo dentro de sí y se convirtió en un objeto infi
nitamente importante e infinitamente interesante para sí mismo.
Sustituyó la experiencia del mundo por la autoexperiencia, y final
mente sintió que la actividad espiritual, la corriente de pensa
mientos y sentimientos y el paso de un estado anímico a otro eran
más reales que la realidad exterior. Consideraba el mundo simple
mente como materia prima y sustrato de la propia experiencia, y lo
utilizaba como pretexto para hablar de sí mismo. «Todos los acci
dentes de nuestra vida -pensaba Novalis- son materiales de los que
podemos hacer lo que queramos; todas las cosas son eslabones de
una cadena infinita.» Con esto se despreciaba tanto el principio
como el fin de la vivencia, el contenido como la forma de la obra
de arte acabada. El mundo se convierte en mera ocasión para el mo
vimiento espiritual, y el arte en recipiente accidental en el que el
contenido de la experiencia adquiere forma por un momento. En
otras palabras, surge la manera de pensar que ha sido llamada «oca
sionalismo» del romanticismo l87, la visión que descompone la rea
lidad en una serie de ocasiones insustanciales, intrínsecamente in
determinadas, en meros estímulos para la creación intelectual, en
situaciones que aparentemente existen sólo para que el sujeto pue
da asegurarse de su propia existencia y de su propia sustancialidad.
Cuanto más indefinidos, iridiscentes, atmosféricos y «musicales»
son estos estímulos, tanto más vigorosa es la vibración del sujeto
que los experimenta; y cuanto más inaprensible, inconstante e in
sustancial parece el mundo, tanto más fuerte, libre y autónomo se
sentirá en su valor el yo que lucha por alcanzar validez propia. Sólo
187 C. Schmitt, op. cit,, págs. 24 sigs., 120 sigs., 148 sig.
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