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Historia social de la literatura y el arte
este gusto en el campo de sus propios representantes de modo casi
contemporáneo con su victoria. El antagonismo entre las tenden
cias estéticas es ahora un rasgo tan característico de la vida artísti
ca como la intolerancia del público para con los nuevos movimien
tos. La burguesía cree que hay mofa y desprecio en todo lo que no
le resulta comprensible, y finalmente rechaza por principio toda in
novación. La línea divisoria entre la ortodoxia y la heterodoxia es
téticas se desdibuja gradualmente, y la diferenciación pierde final
mente todo su significado. Pronto hay simplemente «partidos»
literarios, y surge una especie de democracia de la vida literaria. La
innovación sociológica del romanticismo es la politización del arte,
y no sólo en el sentido de que artistas y escritores se adhieran a par
tidos políticos, sino en el de que desarrollan una política artística
de partido. «Vous verrez qu’il faudra finir par avoir une opinión»,
dice melancólicamente un ecléctico de la época 194, y Balzac caracte
riza la situación en Ilusiones perdidas de la siguiente manera: «Les ro-
yalistes sont romantiques, les libéraux classiques... Si vous étes éclec-
tiques vous n’aurez personne pour vous.» La necesidad de tomar
partido en la gran controversia la veía Balzac con toda exactitud, pero
la situación era un poco más complicada de como él la describía.
El representante más significativo de la «literatura de emigra
dos» es Chateaubriand. Con Rousseau y Byron, es una de las figu
ras de mayor influencia en la conformación del nuevo tipo románti
co, y representa como tal en la literatura moderna un papel de
importancia incomparablemente mayor al que le correspondería por
ei valor intrínseco de sus obras. Como su antecesor y su sucesor, es
simplemente el exponente, no el creador ni el portador de un mo
vimiento intelectual, y lo enriquece sólo con una nueva forma ex
presiva, pero no con un nuevo contenido de experiencia. Saint-
Preux, de Rousseau, y Werther, de Goethe, fueron las primeras
encarnaciones de la desilusión que se había apoderado de los hom
bres de la era romántica; Rene, de Chateaubriand, es la expresión de
la desesperación hacia la que evoluciona esta desilusión. El senti
mentalismo y la melancolía del prerromanticismo correspondían a
,t;4 Pierre Moreau, Le classicisme des romantiques, 1932, pág. 132.
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