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Historia social de  la  literatura  y el  arte








                         El  marco social en  que se ha desarrollado  la  literatura  france­


               sa del siglo XVIII  han sido  los salones, esto es, las reuniones  regu­


               lares de escritores, artistas y críticos con  los miembros de las clases


               superiores  en  los  hogares  de  la  aristocracia  y  de  la  alta  burguesía.



               Estos  salones  eran  círculos  cerrados  en  los  que  las  costumbres  del


               mundo elegante daban  el  tono y que,  por  muchas  concesiones que


               hicieran al modo de vida de las  notabilidades intelectuales,  mante­



               nían su  carácter  «social».  Pero  el  influjo de  los  salones  sobre  la  li­


               teratura, con todos los estímulos que dieron a los escritores, no fue


               directamente creador.  Constituían  un foro  al que  la mayoría se  so­



               metía  sin  contradicción,  una  escuela  de  buen  gusto y  un  tribunal


               que  decidía  el  destino  de  la  moda  literaria,  pero en  modo  algu­


               no  un  ambiente  propicio  en  el  que  fuera  posible  la  colaboración


               creadora  de  un  grupo.  Los  dnacles  de  los  románticos  son,  en  con­



               traste con los salones, círculos artísticos de amigos en los que el ele­


               mento  «social»  queda muy en segundo plano, sobre todo porque se


               forman  siempre  en  torno  a  un  artista y  están  mucho  menos  estre­



               chamente cerrados que los salones más liberales.  En ellos no sólo es


               bien  recibido  todo escritor,  artista o crítico dispuesto a sumarse  al


               movimiento,  sino  también  todo  simpatizante  procedente  del  pú­


               blico. Es cierto que esta apertura y esta promiscuidad perjudican el



              carácter escolástico del movimiento; sin embargo, no le impiden en


               modo alguno  el  desarrollo de  una  concepción  artística  uniforme  y


              de un programa artístico representativo.



                         A  diferencia de  las  agrupaciones  anteriores,  el  círculo  en  que


              ahora se desarrolla la vida literaria no es un salón sin un centro pro­


              pio, como en la Francia del siglo XVIII,  ni un club o un café, como


              en Inglaterra,  sino  un  grupo que se  reúne  en  torno  a  la persona de



              un escritor, en torno a una personalidad a la que el grupo considera


              su maestro, y cuya autoridad, aunque no siempre en los términos de


              una  disciplina  escolástica  expresa,  reconoce  incondicionalmente.



              Ahora es  la primera vez en la historia de  la literatura moderna que


              la forma de escuela ejerce influencia decisiva en el curso de los acon­


              tecimientos.  Ni el  siglo XVII ni el XVIII conocen esta forma, aun­


              que ella hubiera correspondido mejor al carácter normativo de la li­



              teratura clásica.  El  romanticismo,  por el  contrario,  a pesar o quizá






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