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Historia social  de  la literatura y  el  arte








                mesa  y para  la  danza,  sus  canciones  patrióticas  y  políticas,  sus  es­


                trofas de actualidad y sus canciones populares, que no eran en  nin­


               gún  aspecto más  notables que  las estrofas de Béranger,  Pero lleva­



                ban  su  existencia  ajenas  a  la  «literatura»  y  ejercían  sólo  una


                influencia superficial  en  los poetas  de  las  clases  cultas.  La Revolu­


                ción  trajo  ahora  consigo  no  sólo  una  producción  intrínsecamente



                más  rica  en  este  género  popular,  sino  que  fomentó  también  la  in­


                filtración  del  gusto  que  en  él  se  expresaba  en  la  literatura  de  pú­


                blico más escogido.  La evolución poética de Victor Hugo es el me­



                jor ejemplo de cómo la literatura asimila este influjo y muestra del


                modo mejor las ventajas y desventajas que llevaba consigo. La poe­


               sía patriótica del romanticismo posterior es tan inconcebible sin las



               canciones  de  Béranger como  el  drama  romántico  sin  el  teatro po­


               pular. También como poeta sigue Victor Hugo el camino de la bur­


               guesía;  su  estilo  lírico  oscilaba  entre  el  gusto popular del  período


               de la Revolución y  la concepción artística patética,  fastuosa y  seu-



               dobarroca del Segundo Imperio.  Hugo no era en absoluto un espí­


               ritu revolucionario, a pesar de la lucha que se desarrolla en torno a


               él.  La  definición  del  romanticismo  como  el  liberalismo  de  la  li­



               teratura,  cuando  él  la  formuló,  tampoco  era  nueva;  la  idea  se  en­


               contraba antes de él  en Stendhal.  La concordia entre la concepción


               artística de Hugo y el gusto de la burguesía dominante se hizo cada


               vez  más  perfecta,  Coinciden,  finalmente,  en el culto de un gigan­



               tismo del  que en  realidad  están  muy  lejos,  y  en  la preferencia por


               un patetismo pomposo,  ruidoso y exuberante, que resuena todavía


               en  Rostand.



                          La  conquista  más  importante  de  la  revolución  romántica  fue


               la renovación del vocabulario poético.  El  lenguaje  literario  francés


               se  había vuelto pobre y  descolorido en  el  curso de  los  siglos  XVII


               y  XVIII  como  consecuencia  del  estrecho  convencionalismo  de  lo



               permitido en la expresión y de la forma estilística reconocida como


               correcta. Todo lo que sonaba a cotidiano, profesional, arcaico o dia­


               lectal  estaba prohibido.  Las  expresiones  naturales  y  sencillas,  usa­



               das  en  el  lenguaje  corriente,  debían  ser  sustituidas  por  términos


               nobles, escogidos y «poéticos», o por paráfrasis artísticas. No se de­


               cía  «guerrero»  o  «caballo»,  sino  «héroe»  y  «corcel»;  no  se  debía






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