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Rococó, clasicismo y romanticismo
hasta convertirse en las curiosas pantomimes dialoguéis y, finalmente,
en el mélodrame d grand spectacle, que gradualmente pierde tanto su
carácter de gran espectáculo como sus elementos musicales, y se
convierte en ía obra de intriga, que es de importancia fundamental
para la historia del teatro del siglo XIX. La influencia más impor
tante que experimenta el melodrama en esta transformación es la
de la novela de horror de Mrs. Radcliffe y sus imitadores franceses.
De aquí arrancan no sólo sus efectos de grand-guignol, sino su adi
tamento policíaco.
Pero todas estas influencias producen sólo modificaciones y
amplificaciones del núcleo de ía forma melodramática, pues el ger
men en sí es y sigue siendo el conflicto del drama clásico. El melo
drama no es otra cosa que la tragedia popularizada, o, si se quiere,
corrompida. Pixerécourt, el representante principal del género, es
consciente por completo del parentesco de su arte con el teatro po
pular, y se equivoca sólo en la suposición de que entre el melodra
ma y el mimo existen una comunidad esencial y una continuidad
histórica 203. Él reconoce la relación auténtica de los misterios me
dievales, del drama pastoril y del arte de Moliere con el mimo, pero
desconoce la diferencia fundamental entre la auténtica popularidad
del mimo y el carácter secundario del teatro literario que ha des
cendido a los amplios estratos del público ciudadano. El melodra
ma es cualquier cosa menos arte espontáneo e ingenuo; se ajusta
más bien a los principios formales de la tragedia, refinados y ad
quiridos a lo largo de un desarrollo largo y consciente, aunque los
representa en figura grosera, desprovista de la sutileza psicológica
y la belleza poética de la forma clásica. En el plano puramente for
mal, el melodrama es el género más convencional, esquemático y
artificioso imaginable; mantiene un canon en el que difícilmente
pueden hallar entrada los nuevos elementos, hallados de manera es
pontánea y natural. Manifiesta una estructura tripartita estricta,
con un vigoroso antagonismo como situación inicial, una colisión
violenta y un dénouement que representa el triunfo de la virtud y el
castigo del vicio; en suma, una acción muy clara y desarrollada con
205 W. J. Harcog, Guilbert de Pixerécourt} 1913, págs. 52-54.
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