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Rococó, clasicismo y romanticismo
de Ducis); 2, la comedie de moeurs en prose, esro es, la obra de costum
bres que, como heredera del drama burgués, ocupa una posición
más modesta, pero que conserva todavía el prestigio suficiente como
para ser representada en los teatros más importantes (por ejemplo,
Le Mariage d’argent, de Scribe); 3, el árame en prose, es decir el drama
sentimental, que asimismo procede del drama burgués, pero que
está en un nivel de gusto más bajo que la comédie de moeurs (por ejem
plo, L’Abbéet l’épée, de Bouilly); 4, la comédie historique, que ya no tra
ta de los acontecimientos históricos y las personalidades como ejem
plos a seguir, sino como curiosidades, y trata de dar más una revista
de escenas sensacionales que un proceso dramático uniforme; los
ejemplos son numerosos y variados: desde Cromwell, de Mérimée,
hasta Barricades, de Vitet, abarcan todos los intentos a los que Hen-
ri III, de Dumas, debe su origen; 5, el vaudeville, o sea la comedia
musical o, más propiamente, la comedia con canciones intercaladas,
en la que están los antecedentes más directos de la opereta; en esta
categoría deben contarse la mayor parte de las obras de Scribe y sus
colaboradores; 6, el mélodrame, una forma híbrida que tiene en co
mún con el vaudeville sus accesorios musicales, y con los otros géne
ros más bajos, principalmente con el drama sentimental y con la co
media histórica, su acción seria y frecuentemente trágica.
La enorme producción en los géneros populares, especialmen
te en los dos citados en último término y el paulatino despla2a-
miento del drama literario, más exigente -aparte de la circunstan
cia de que la Revolución abriera los teatros a las amplias masas y
de que en lo sucesivo el éxito de las obras representadas dependie
ra de estas masas-, se explican sobre todo por la influencia del empleo
de la censura en la formación del repertorio. La censura de Napo
león y de la Restauración prohibía que se describieran y discutie
ran en el drama literario elevado las cuestiones del día y las cos
tumbres de las clases dominantes. La farsa, la comedia musical y el
melodrama disfrutaban, por el contrario, de mayor libertad, por
que se los tomaba menos en serio y no merecía la pena molestarse
por ellos. La descripción desconsiderada de las costumbres y las cir-
i unstancias, que era inadmisible en la Comédie Frangaise, no en
contraba en los teatros de los bulevares obstáculo alguno; en esto
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