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Rococó, clasicismo y romanticismo
torias, a pesar de su filiación política conservadora se convierte en
campeón del liberalismo y del progreso 222. Por enfrentado que es
tuviera políticamente a la Revolución, su método sociológico hu
biera sido inconcebible sin este cambio en la historia. Porque hasta
la Revolución no se desarrolló el sentido de la diferencia de clases,
ni la descripción de la realidad correspondiente a ellas se convirtió
en misión para un artista digno. De cualquier manera, el conserva
dor Scott está como escritor más profundamente ligado a la Revo
lución que el radical Byron. No se puede sobrestimar, naturalmen
te, este «triunfo del realismo», como Engels llama al ardid del arte
que con frecuencia hace también tributarios del progreso a espíritus
conservadores. La comprensión y el entusiasmo por el «pueblo» es
en Scott en la mayoría de los casos nada más que un gesto sin com
promisos, y su descripción de las bajas clases populares es siempre
convencional y esquemática. Pero en cualquier caso, el conservadu
rismo de Scott es menos agresivo que el antirrevolucionarismo de
Wordsworth y Coleridge, que es la expresión de una amarga desi
lusión y de un repentino cambio de mentalidad. Es cierto que Scott
se entusiasma tanto como los románticos reaccionarios en general
por la caballería medieval y lamenta su decadencia, pero al mismo
tiempo encuentra expresión en él, más o menos como en Pushkin y
Heine, la crítica de todo ei fanatismo romántico. Scott, con la mis
ma objetividad con que Pushkin establece la afectación de la figura
de Oneguin, reconoce en Ricardo Corazón de León al «magnífico
pero inútil caballero de la leyenda» m .
Delacroix, el primer gran representante de la pintura román
tica y al mismo tiempo el más grande, es ya uno de los enemigos y
superadores del romanticismo. Representa ya el siglo XIX, mien
tras que el romanticismo es todavía en lo esencial un movimiento
dieciochesco, y no sólo porque es la continuación del prerromanti-
rismo, sino también porque, aunque lleno de contradicciones, no
es relativista, y porque, aunque es ambivalente en sus relaciones
222 G e o r g L u k á c s, Walter Scott and tht Históricai Novel} e n « T h e In t e rn a tio n a l L ite -
ia cu re » , 1 9 3 8 » p á g * 8 0 .
22i W. Scott, Ivanboe, cap. XLI.
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