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Naturalismo e  impresionismo







                  ción,  e  incluso  en  cierto  aspecto  desde  el  Concordato,  y  que  hacia



                   1830  se  vuelven  más  profundas,  determinan el  carácter de  toda la


                  actividad  reformista  y  misionera  de  aquéllos.  Desde  Saint-Simon


                  hasta Auguste Comte, los socialistas y filósofos sociales se forjan un


                  ideal romántico:  todos quisieran sustituir la Iglesia medieval como



                  forma «orgánica»  y sintética por un nuevo orden y una nueva orga­


                  nización de la sociedad, y fundar la «nueva cristiandad»  con la ayu­


                  da de poetas  y artistas.



                            Con  la politización creciente de  la vida entre  1830 y  1848 se


                  intensifica  también  la  tendencia  política  de  la  literatura.  En  este


                  período no hay casi ninguna obra políticamente indiferente:  inclu­


                  so el quietismo del l’artpour l'art tiene un matiz político. Las nue­



                  vas  tendencias  se  manifiestan  del  modo  más  claro  en  el  hecho  de


                  que la carrera política y la literaria están unidas entre sí, y de que,


                  habitualmente,  los  miembros  del  mismo grupo social  son  los que



                  ejercen  de  modo profesional  la política  o  la literatura.  Los valores


                   literarios son considerados como las  premisas obvias  de  una carre­


                   ra  política,  y  la  influencia  política  es,  con  frecuencia,  el  pago  de


                  servicios literarios. Los políticos escritores y los escritores políticos



                  de  la  Monarquía  de Julio  -gente  como  Guizot,  Thiers,  Michelet,


                  Thierry,  Villemain,  Cousin,  Jouffroy  y  N isard-  son  los  últimos


                  descendientes  de  ios  «filósofos»  del  siglo XVIII;  los  autores  de  la



                  generación siguiente no tienen ambición política alguna, y sus po­


                   líticos  carecen  ya  de  influencia  intelectual.  Pero  hasta  la  Revolu­


                  ción de  Febrero  la vida política absorbe todas  las energías  intelec­


                  tuales  de  la época.  Los  jóvenes de  talento, a ios que se  Ies  cierra la



                  carrera política por falta de medios, se dedican al periodismo; éste


                  es  el  comienzo  usual  y  la  forma  típica  de  la  profesión  literaria.


                  Como periodistas  se construyen  no  sólo  un  puente  hacia la políti­



                  ca  y  la  literatura  auténtica,  sino  que  con  frecuencia  se  aseguran


                   lambién por medio de la actividad periodística una influencia con­


                  siderable  y  unos  ingresos  importantes.  Bertin,  el  redactor  jefe  del


                 Journal des Débats,  con su arrogancia y su seguridad en sí mismo, es



                  como la quintaesencia de la Monarquía de Julio.  Es  la encarnación


                  del  burgués  literato  y  del  literato  burgués.  Pero  la actividad  lite­


                   raria se convierte  en  un  negocio no sólo para hombres  como  Ber-







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