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Hiscoria social de la literatura y el arce
velas por entregas, pero la idea de la publicación de una novela en
esta forma no es original suya. Procede de Veron, que la reaÜ2Ó
ya en su Revue de Paris, fundada en 1829 17. Buloz tomó de él la
idea en la Revue des Deux Mondes y publicó de esta forma novelas de
Balzac entre otras. Pero el folletín es en sí más antiguo que estos
periódicos; se lo encuentra ya alrededor de 1800. Los periódicos,
que durante el Consulado y el Primer Imperio son muy exiguos
como consecuencia de la censura y de las demás limitaciones de la
prensa, publican un suplemento literario para ofrecer alguna cosa
a sus lectores. Esto representa, en un principio, una especie de cró
nica de la vida social y artística, pero ya durante 1a Restauración se
convierte en un suplemento realmente literario. Desde 1830 las
narraciones y las descripciones de viajes constituyen principalmen
te su contenido, y después de 1840 publican ya sólo novelas. El Se
gundo Imperio, que establece un impuesto de un céntimo por cada
ejemplar de un periódico con folletín, ocasiona el fin rápido de la
novela por entregas. Es cierto que el género experimenta más tar
de un renacimiento, pero carece ya de influencia considerable en el
desarrollo de la literatura, comparado con las profundas huellas
que dejó en la literatura de la dédada del cuarenta.
La novela de folletín está destinada a un público tan hetero
géneo y tan recientemente formado como el melodrama, o el vau
deville; dominan en ella los mismos principios formales y los mis
mos criterios de gusto que en la escena popular contemporánea. En
cuanto a su estilo de presentación es también decisiva en ella la
preferencia por lo exagerado y lo picante, lo crudo y lo exótico; los
temas más populares giran en torno a raptos y adulterios, actos de
violencia y crueldad. También aquí, como en el melodrama, los ca
racteres y la acción son estereotipados y están construidos de acuer
do con un molde fijo 18. La interrupción de la acción al final de cada
entrega, la tarea de tener que crear cada vez un efecto final y des
pertar en el lector la curiosidad por la próxima entrega, inducen al
autor a tener que adquirir una especie de técnica teatral y a tomar
17 Eugéne G ilb e r t , Le román en France pendant le X 1X { steele, 1 9 0 9 , pág. 2 0 9 .
ia Nora Ackinson, Eugene Sue et le roman-feuilleton, 1 9 2 9 , pág. 211; Alfred Netce-
m e n t, Études critiques sur le feuilleton-romany 1 8 4 5 , I, pág. 16.
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