Page 267 - Hauser
P. 267
Historia social de la literatura y el arte
sólo según la situación histórica y sociológica en que uno se en
cuentre, sino también según los elementos que de la compleja es
tructura del arte se consideren. La obra de arte ha sido comparada
a una ventana a través de la que se puede contemplar la vida sin te
ner en cuenta la estructura, la transparencia y el color de los cris
tales de la ventana 28. Según esta analogía, la obra de arte aparece
como un mero instrumento de observación y de conocimiento, esto
es, como un cristal o una lente que es en sí indiferente y sólo sirve
como medio para un fin. Pero lo mismo que se puede concentrar la
mirada sobre la estructura del cristal de la ventana sin ocuparse del
cuadro que se ofrece del otro lado de ella, la obra de arte puede ser
considerada también como una estructura formal independiente,
como una entidad coherente y significante, completa y perfecta en
sí misma, y en la que todo trascender, todo «mirar por la ventana»,
perjudica a la comprensión de su coherencia espiritual. El sentido
de la obra de arte oscila constantemente entre estos dos aspectos:
entre un ser inmanente, separado de la vida y de toda realidad más
allá de la obra, y una función determinada por la vida, la sociedad
y las necesidades prácticas. Desde el punto de vista de la experien
cia estética directa, ia autonomía y la autosuficiencia parecen la
esencia de la obra de arte, pues sólo en cuanto que se separa de la
realidad y la sustituye completamente, sólo en cuanto que consti
tuye un cosmos total y perfecto en sí es capaz de suscitar una ilu
sión perfecta. Pero esta ilusión no es en modo alguno el contenido
total del arte, y con frecuencia no tiene siquiera participación en el
efecto que produce. Las grandes obras de arte renuncian al ilusio-
nismo engañoso de un mundo estético cerrado en sí mismo y van
más allá de sí mismas. Están en relación directa con los grandes
problemas vitales de su tiempo y buscan siempre una respuesta a
estas preguntas: ¿cómo se puede hallar un sentido a la vida huma
na? ¿Cómo podemos nosotros participar de este sentido? •
La paradoja más inexplicable de la obra de arte es que parece
existir y al mismo tiempo no existir para sí misma; parece que se
dirige a un público concreto, histórica y sociológicamente condi-
20 J, Ortega y Gasset, La deshumanización del arte, 1925, pág. 19.
268