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Naturalismo e impresionismo
donado, pero al mismo tiempo parece como si no hubiera querido
tener noción en absoluto de la existencia de un público. La «cuar
ta pared» de la escena parece tan pronto la premisa más natural
como la más arbitraria ficción de la estética. La destrucción de la
ilusión por una tesis, por una tendencia moral o por una intención
práctica, que, por una parte, estropean el disfrute perfecto y com
pleto del arte, llevan, por otra, por primera vez a la auténtica par
ticipación del espectador o del lector en la obra de arte, de la que
llega a disfrutar íntegramente. Pero esta alternativa, sin embargo,
no tiene nada que ver con la intención del autor cuando crea su
obra. Incluso la obra de más acusada tendencia política y moral
puede ser considerada como mero arte, es decir como mera estruc
tura formal, con tal de que sea ante todo obra de arte; por otro lado,
todo producto artístico, incluso cuando su creador no lo haya liga
do a intenciones prácticas de ninguna clase, puede también ser
considerado como expresión e instrumento de ía causalidad social.
El activismo de Dante excluye una interpretación meramente esté
tica de La divina comedia tan escasamente como el formalismo de
Flaubert una explicación sociológica de Madame Bovary y de La
educación sentimental.
Las tendencias artísticas principales hacia 1830 -el arte «so
cial», la école de bon sens y el l’art pour l'a rt- se relacionan entre sí de
manera complicada y habitualmente contradictoria. Los seguidores
de Saint-Simon y de Fourier están condicionados por estas contra
dicciones tanto en sus relaciones con el romanticismo como con el
clasicismo burgués. Rechazan el romanticismo a causa de sus sim
patías por la Iglesia y la monarquía, a causa de su sentido irreal y
novelesco de la vida, de su individualismo egoísta, pero principal
mente a causa de sus principios quietistas de «el arte por el arte».
Por otra parte, simpatizan con el romanticismo por su liberalismo,
por sus principios de libertad y espontaneidad artísticas, por su re
belión contra los preceptos y autoridades clásicos. A la vez, se sien
ten también fuertemente atraídos por las aspiraciones naturalistas
del romanticismo; reconocen en este naturalismo una afinidad con
su propia disposición afirmadora de la vida y abierta a la realidad.
La afinidad entre socialismo y naturalismo explica ante todo sus
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