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Historia social  de  la literatura y  el  arte







                  simpatías  por  Balzac,  cuyas  obras,  especialmente  al  principio  de



                 su  carrera,  juzgan  de  manera  muy  benévola  29.  Con  estos  senti­


                  mientos  antagónicos  frente  al  romanticismo  está  ligada  una  acti­


                  tud igualmente contradictoria ante el clasicismo burgués. El  reco­


                 nocimiento  del  liberalismo  de  la  concepción  artística  romántica



                 significa la reprobación simultánea del  regreso a los modelos clási­


                 cos en el arte  burgués.  La oposición a la arbitrariedad y a las extra­


                 vagancias de  la poesía romántica,  y sobre todo del  teatro románti­



                 co,  se  expresa,  por  el  contrario,  como  una  aprobación  parcial  del


                 clasicismo  de  Ponsard  30.  Esta  indecisión  de  los  socialistas  corres­


                 ponde, por un lado, al  reparto del favor de la burguesía entre el ro­


                 manticismo académico y el drama de Ponsard, y, por otro, a las va­



                 cilaciones  del  propio  romanticismo  entre  el  activismo  y l’art pour


                 l'art.  Pero con estas tres tendencias se cruza todavía una cuarta, que


                 es históricamente la más  importante: el naturalismo de Stendhal y



                 de  Balzac.  También  este  naturalismo  mantiene  una  relación  con­


                 tradictoria con el  romanticismo. La ambigüedad corresponde en él


                 al  hiato que suele existir entre  dos  generaciones sucesivas  o entre


                 dos  tendencias  intelectuales  consecutivas.  El  naturalismo  es  a  un



                 tiempo la continuación y la disolución del romanticismo; Stendhal


                 y  Balzac  son  sus  más  legítimos  herederos  y  sus  adversarios  más


                 violentos.



                            El  naturalismo  no  es  una  concepción  artística  unitaria,  ine­


                 quívoca y  basada siempre  en  el  mismo  concepto  de  la  naturaleza,


                 sino que cambia con el  tiempo,  tiende cada vez más a un propósi­


                 to  determinado  y  a  un  cometido  concreto,  y  se  limita,  en  su  in­



                 terpretación  de  la  vida,  a  fenómenos  particulares.  Se  cree  en  el


                 naturalismo  no  porque  de  antemano  se  considere  que  una  repre­


                 sentación  naturalista es  más artística que una  idealizada,  sino por­



                 que  se descubre  en él  un rasgo,  una  tendencia a la realidad que se


                 quisiera acentuar,  que se quisiera fomentar o  combatir.  Semejante


                 descubrimiento no es en sí resultado de  la observación naturalista,


                 sino que,  más bien, el  interés naturalista es la consecuencia de este



                 descubrimiento. La generación de  1830 comienza su carrera litera­




                           2y  H . J.  H unt, op,  cit.t  págs,  157  sig.

                           30  Ibid.,  pág.  174.
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