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Historia social  de  la  literatura y  el  arte








                  moda,  del  siglo  XVIII,  y  desconoce  la  significación  histórica  del


                  capitalismo.  Es  cierto que Balzac considera también estos  concep­


                  tos  como  demasiado progresistas,  pero no puede  menos  de  descri­



                  bir en  sus  novelas  la sociedad  de  tal  modo  que parezca inconcebi­


                  ble  por  completo  un  regreso  a  las  circunstancias  e  ideas


                  prerrevolucionarias.  Para Stendhal,  la  cultura  de  la Ilustración,  el



                  mundo intelectual  de Diderot,  Helvétius  y  Holbach  tienen  el va­


                  lor  de  algo  ejemplar e  imperecedero;  considera  su  caída  como  un


                  fenómeno  transitorio y  sitúa su renacer en  el  día en  que  espera su


                  propia rehabilitación como artista.  Balzac, por el  contrario, ve que



                  la  antigua cultura se  ha deshecho  ya,  reconoce que la  misma aris­


                  tocracia se ha convertido en instrumento de este proceso, y en ello


                 precisamente  descubre  un  signo del  progreso irresistible del capi­



                  talismo.  La visión  de  Stendhal  es  esencialmente  política,  y  en  sus


                 descripciones de la sociedad concentra su atención sobre todo en el


                  «mecanismo  del  Estado»  34.  Balzac,  por el  contrario,  fundamenta



                  su  estructura  social  en  la  economía,  y anticipa  en  cierto  modo  las


                 doctrinas  del  materialismo  histórico;  es  consciente  por  completo


                 de  que  las  formas  de  la ciencia,  del  arte  y  de  la  moral  contempo­



                 ráneas,  así  como  las  de  la  política,  son  funciones  de  la  realidad


                 material, y de que la cultura burguesa, con su individualismo y su


                 racionalismo,  tiene sus raíces en  las formas de la economía capita­


                 lista.  La fecundidad  de  este conocimiento  no  se  modifica en  abso­



                 luto por el hecho de que las condiciones feudales correspondan me­


                 jor al ideal de cultura del escritor que las del capitalismo burgués.


                 El  realismo y el materialismo de su imagen del mundo, a pesar de


                 su entusiasmo por la vieja monarquía, la Iglesia católica y la socie­



                 dad  aristocrática,  operan  como uno de  los  fermentos  intelectuales


                 que descomponen  los  últimos restos del feudalismo.


                            Las  novelas de  Stendhal  son  crónicas políticas:  Rojo y  negro es



                 la historia de la sociedad  francesa durante  la Restauración; La car­


                 tuja de Pamia es un cuadro de Europa bajo el gobierno de  la Santa


                 Alianza;  Luden  Leuwen  es  el  análisis  histórico-social  de  la  Monar­


                 quía de Julio.  Habían existido antes también, naturalmente,  nove­









                           M M.  B a rc té c h Stendhal romancier,  pág.  424.




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