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Historia social de  la literatura y el  arte







                 mo  no  estuvo  dirigida  contra  la  proletarización  de  las  masas  y  se



                 transformó en  un entusiasmo romántico por algo irrecuperable:  la


                 artesanía, la industria doméstica, ei gremio; en resumen, las formas


                 medievales  de producción.  Pero el  servicio  que  prestó  Ruskin  fue


                 atraer la atención hacia la fealdad de  las artes y artesanías victoria-



                 nas  y  recordar  a  sus  contemporáneos  los  encantos  de  la  habilidad


                 manual  honrada  y  cuidadosa  frente  a  los  materiales  espúreos,  las



                 formas absurdas y la ejecución  barata y  ruda de los productos Vic­


                 torianos.  Su influjo fue extraordinario,  incomparable, casi  incalcu­


                 lable.


                           La producción dentro del marco de un taller relativamente pe­


                 queño, que mantiene la  relación personal  de  los  trabajadores entre



                 sí, y el predominio absoluto de la artesanía, con  las tareas persona­


                 les  concentradas  en  una obra  individual, con contenido propio, se


                 convirtieron  en  el  ideal  en  la  producción  del  arte  moderno  y  del



                 arte  aplicado.  La  función  práctica  y  la  solidez  de  la  arquitectura


                 moderna  y  del  arte  industrial  son  en  gran  medida  el  resultado  de


                 los afanes y doctrinas de Ruskin, aunque su influjo directo condu­


                 jo a un cuito más bien exagerado del trabajo manual, que se nega­



                 ba  a  reconocer  las  tareas  y  posibilidades  de  la  industria  con  má­


                 quinas  y  llegó  a  despertar  esperanzas  irrealizables.  Era  puro


                 romanticismo,  puro  irrealismo,  creer que  los  logros  de  la técnica,



                 surgidos  de  verdaderas  necesidades  económicas  y  que  aseguraban


                 ventajas económicas tangibles, podían simplemente ser dejados de


                 lado;  era completamente pueril  intentar  detener el  progreso  en  la


                 técnica y  la economía con  libelos  polémicos  y protestas.  Ruskin y



                 sus  discípulos  tenían  razón  en  lo  referente  a  que  el  hombre  real­


                 mente  había perdido  su  dominio  de  la  máquina:  la  técnica  se  ha­


                 bía hecho autónoma y producía, especialmente  en el  campo de las



                artes  industriales,  los  objetos  más  insípidos  y  repulsivos;  pero ol­


                vidaban que no había otro modo de dominar la máquina que acep­


                tarla y conquistarla espiritualmente.


                           El  error lógico que  cometieron consistió  en  su definición de­



                 masiado estrecha de la técnica, en no reconocer la naturaleza técni­


                ca  de  toda  producción  material,  de  toda  elaboración  de  cosas,  de


                 todo  contacto  con  la  realidad  objetiva.  El  arte  siempre  hace  uso






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