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Naturalismo e impresionismo
de un medio material, técnico, instrumental, de un aparato, una «má
quina», y lo hace de modo tan claro que hasta este carácter indi
recto y material de los medios de expresión puede describirse como
una de sus más esenciales características. El arte es quizá, al mis
mo tiempo, la «expresión» más sensible y sensual del espíritu hu
mano, y, como tal, está ligado a algo concreto fuera de sí, a una téc
nica, a un instrumento, lo mismo si este instrumento es el telar del
tejedor que la máquina de tejer, un pincel que una cámara, un vio
lín que -por citar algo verdaderamente horrible- un órgano mecá
nico. Hasta la voz humana -incluso en el aparato vocal de Caruso-
es un instrumento material, no una realidad espiritual. Es sola
mente en el éxtasis místico, en la felicidad amorosa, en la compa
sión -quizá sólo en la compasión—cuando el alma se desborda di
rectamente, sin mediación y sin instrumentos, sobre otras almas,
pero nunca actúa así al experimentar una obra de arte.
Toda la historia de las artes industriales puede ser representa
da como la continua renovación y mejora de los medios técnicos de
expresión. Cuando esto se desarrolla normal y suavemente, pueden
definirse la explotación plena y el dominio de estos medios como
el armonioso ajuste de habilidad y finalidad en los medios y en el
contenido de expresión. La obstrucción que se ha producido en este
progreso desde la revolución industrial, la ventaja que los logros
técnicos han adquirido sobre los logros intelectuales, ha de ser atri
buida no tanto al hecho de que comenzaran a usarse máquinas más
complicadas y más diferentes, cuanto al fenómeno de que el avan
ce técnico, espoleado por la prosperidad, se hizo tan rápido que la
mente humana no ha tenido tiempo de ponerse al mismo ritmo
que él. En otras palabras, aquellos elementos que podían haber
transferido la tradición de la artesanía a la producción mecánica -es
decir los maestros independientes y sus aprendices- fueron elimi
nados de la vida económica antes de que tuvieran ninguna oportu
nidad de adaptarse ellos mismos y las tradiciones de su oficio a los
nuevos métodos de producción. Lo que produjo el desequilibrio de
la balanza en la relación entre el desarrollo técnico y el intelectual
fue, por consiguiente, una crisis de organización, y en modo algu
no un cambio básico en la naturaleza de la técnica: de golpe ocu
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